El Ayuntamiento de Valladolid celebró el pasado viernes en un acto institucional el Día de las Personas con Discapacidad, que acoge este mismo domingo. Fue la Cúpula del Milenio la que reunió, por primera vez, como aseguró el alcalde, Jesús Julio Carnero, y el concejal de Servicios Sociales, Rodrigo Nieto, a todas las entidades y asociaciones que colaboran con personas discapacitadas, que siguen luchando a diario para dejar atrás las limitaciones porque merecen, como el resto de seres humanos, una vida repleta de alegrías y sueños. TRIBUNA, que estuvo presente en el evento, pudo hablar con la plataforma Impulsa Igualdad, la Fundación Personas, el Centro Ocupacional del Ayuntamiento y la Fundación SIFU.

El presidente del primer colectivo mencionado, Fran Sardón, destaca que este año se han dado "pasos positivos". "Hemos podido poner en marcha proyectos importantes. Uno de ellos ha sido el de viviendas de protección destinadas a la vida autónoma. El objetivo es dar oportunidades a las personas con discapacidad que quieren dar ese salto a vivir de manera independiente. También seguimos impulsando la figura del asistente personal", apunta. No obstante, reconoce que "el conjunto de la sociedad es sensible" con ellos, "un grupo de la población que más difícil lo tienen". "No pedimos más que nadie, pero tampoco queremos menos", sostiene.

Esta afirmación no la comparte Teresa, profesional de atención directa de la Fundación Personas, acompañada de su Adrián y de su Lucía, a los que trata a diario. "La discapacidad necesita algo más de ayuda a nivel social. Estas personas tienen una vida bastante plena. Hay algunos que se van a sus casas, pero luego vuelven con nosotros. Trabajan en los talleres, que están guiados por los monitores. Siguen dando pasos hacia adelante, siguen evolucionando", comenta añadiendo que a "parte" de la sociedad "le queda mucho por aprender". "Hay gente que todavía no aceptan a estas personas. Estas cosas me duelen porque ellos son mi día a día", reitera.

Mónica es una joven del Centro Ocupacional que acaba de reecontrarse con viejos amigos, aunque haya tenido "un problema" con uno de ellos, circunstancia que complicó que fuera buena su acogida. Pasadas las semanas, la propia Mónica desvela que ya se ha "arreglado" el inconveniente porque "se ha ido adaptando". "He participado en los talleres y me he reecontrado con gente que ya conocía. Hice buenos amigos", detalla a este medio.

CUANDO LA MÚSICA ILUMINA EL FINAL DEL TÚNEL

El talentoso Asier, Anna, Ángel y Nuria son una familia que vivió el "primer bolo" del pequeño en Valladolid. Tocó en el citado acto el violonchelo, "su pasión". Gracias a la beca que les facilitó la bodega Alma Carraovejas, Asier "ha tenido la oportunidad de tocar en sitios muy emblemáticos". Fue la música el que le ayudó desde los 11 años a socializar con la gente porque como confiesa Nuria, su hermana, le costó hablar con más personas debido a su discapacidad. "Desde pequeño, a mi hermano le ha costado relacionarse y se siente mal por ello. Él está cómodo con personas con discapacidad, pero me gustaría que estuviera en un ambiente en el que todas las personas, con discapacidad o no, podamos convivir", enfatiza.

Anna, su madre y miembro, como el resto, de la Fundación SIFU, se alegra de que Asier, con el paso de los años, siga evolucionando, aunque "aún" vea complicado que salga "de su burbuja". Por eso, esta familia intentará disfrutar de los buenos momentos del presente viendo que el "esfuerzo" de Asier tiene su recompensa. El joven demostró en su actuación ante centenares de personas que lo que hace muy pocos se atreven hacer.