Bueno, pues ya tenemos nuevo Gobierno. "Un Gobierno para el vendaval", decía el otro día el diario que mejor información tiene del Gobierno, en un editorial según el cual "Pedro Sánchez no ha podido mostrarse más transparente al explicar -de nuevo en una comparecencia sin preguntas- su nuevo Gobierno: "Un alto perfil político para una legislatura de marcado perfil político". Es la sublimación del periodismo pata negra, que elogia la transparencia en la redundancia de quien no permite preguntas a los periodistas. Para que vayamos haciéndonos una idea de lo que nos espera.

Y el vendaval es el que, según el diario oficial, alientan contra la ley de Amnistía, "en el Parlamento y en la calle, no solo la oposición sino sectores del propio Estado como la judicatura". Bueno, la judicatura, los fiscales, los abogados, los inspectores de Hacienda, los de trabajo, la patronal, los sindicatos de Renfe, la Asociación de Ingenieros, el Foro de Profesores, Docentes Libres, la Asociación de Diplomáticos Españoles, la Asociación de Auditores e Interventores del Estado, los funcionarios de Cuerpos Superiores del Tribunal de Cuentas, Los Técnicos de la Administración de la Seguridad Social, la Guardia Civil, la Policía Nacional, los notarios...

Que digo yo que vendría bien ir elaborando una lista completa, porque como ya sabemos ahora todo el que se opone a la amnistía es un fascista peligroso. Y hay que tenerlos identificados a todos para saber en qué lado ponerlos cuando esté terminado el muro. De un lado los demócratas, los del todo vale para que nadie más que yo pueda gobernar, y del otro los fascistas, con Alfonso Guerra y Pablo Motos al frente, que menudo espectáculo dieron el miércoles para divertirse en el Hormiguero a costa de los cambios de opinión.

Guerra, que participó activamente junto con Herrero de Miñón en la redacción del texto constitucional y fue fundamental para lograr el consenso para su aprobación, aseguró con rotundidad que la amnistía no es constitucional, "porque alguno intentó incluirla y le dijimos que no". Pero explicó que, más allá de su inconstitucionalidad, lo que hay que preguntarse es si los independentistas merecen una amnistía "y mi respuesta es un no rotundo". Y se preguntó también por el procedimiento. Eso de que la ley la hayan redactado los propios delincuentes que se van a beneficiar de ella (entiendo que en esta categoría no incluía Guerra a Pedro Sánchez) tampoco parecía convencerle. ¡Facha!

Vamos que más fascista que Guerra es difícil ser. Que tomen nota los 22 ministros de la construcción del muro. Ya han celebrado su primer Consejo y han empezado con buen pie, trazando la línea, marcando paquete como el presidente en el incendio del Monfragüe. Que el Supremo dice que el fiscal general del Estado ha utilizado sus "potestades administrativas para fines distintos de los fijados en el ordenamiento jurídico" y ha incurrido en una "desviación de poder" para nombrar fiscal de sala a su amiga... Pues se le renueva en el cargo otros cuatro años. Y aquí paz y después Gloria Fuertes.

Es, dicen en el Partido Socialista, un Gobierno para tiempos difíciles. Son 22 hombres y mujeres duros, aguerridos, combativos y dispuestos a todo. Bueno a casi todo, porque según llegaron con sus carteras el primer día de cole, se encontraron con una carta del jefe en la que les pide que "honremos la palabra dada y pongamos el máximo empeño en cumplir los compromisos asumidos ante una ciudadanía que lo merece más que nunca". Mantener sus principios y procurar el bienestar de la ciudadanía, esa es la misión de Sánchez, la que ha guiado siempre su trayectoria política. Para los 22 ministros puede parecer una tarea complicada, pero sólo tienen que seguir su ejemplo. Y 22 ministros pueden parecer muchos, pero pueden acabar resultando pocos ante la que se avecina.

El muro que Sánchez les ha encargado tiene que ser muy alto para tapar todas las vergüenzas que les van a hacer pasar los que de verdad mecen la cuna desde Waterloo. Que se lo pregunten si no a Iratxe García, que fue diputada por Valladolid antes de dar el salto al Parlamento Europeo, donde ahora preside la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Y como a Sánchez, lo que más le preocupa es lo de "honrar la palabra dada y cumplir los compromisos". Por eso para ella el prófugo es ahora el molt honarable president en el exili y recrimina con desparpajo a Manfred Weber: "mentir no está bien".

El muro tendrá que ser también muy ancho, para separar a los españoles todo lo posible, siguiendo las enseñanzas de Ernesto Laclau, al que Sánchez no ha leído, pero Pablo Iglesias se lo explicó en un par de tardes, como Jordi Sevilla la economía a Zapatero. Tan grueso como para que nos olvidemos de lo que es la democracia y demos por bueno lo que sea, con tal de que gobierne siempre Sánchez. Tiene que ser una gran obra de ingeniería social.

Y para una obra tan colosal, ¿quién podría ser mejor ministro de obras públicas que Óscar Puente? Así que ahí está, aunque en España en los últimos años hay tan poca obra pública real que el ministerio se ha quedado ya sólo en Transportes. Y por supuesto Movilidad Sostenible, que es eso que ocurre cuando uno va en patinete eléctrico, recargado con energía de una térmica de carbón, y logra llegar a su destino sin darse un jardazo ni atropellar a nadie.

Ahí estará también Óscar para honrar la palabra dada. Si ya lo decía él en una entrevista en la Cadena SER: "Uno ve ciertos componentes de comportamientos de secta en una parte del independentismo porque da la sensación de que este hombre (Puigdemont) es una especie de Charles Manson y les tiene a todos metidos en una habitación". Bueno, pues en la habitación parece que ahora hay más gente que antes, incluido el señor Puente.

Puente, ¡qué mejor ministro de Transportes!, con amplia experiencia en trasportarse por cuenta ajena en todoterreno o en yate, y cuya modélica gestión en el Ayuntamiento de Valladolid ha dejado un preocupante agujero contable, según dice la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, un conocido organismo fascista que anda por España tratando de joder la democracia.

Al parecer, buena parte de ese agujero viene precisamente de Auvasa. Y como Puente lo ha bordado en la gestión de la empresa municipal de transportes, pues todo parece presagiarle una trayectoria de éxito al frente del transporte nacional. Aunque Valladolid ya puede ir despidiéndose de cualquier ayuda para el soterramiento. Una ayuda que Puente sí dará a L'Hospitalet, en un proyecto de más de 1.000 millones para 5 kilómetros de vías. Pero igual me equivoco, porque Puente firmó ante notario que haría el soterramiento y ahora Sánchez le exige "honrar la palabra dada y cumplir los compromisos asumidos".