El artista actuará el próximo 26 de abril en el parking del Estadio José Zorrilla
Premio Frechilla-Zuluaga
La entrega número 549 del serial de crónicas culturales 'Palabras contra el olvido'
Que la música despierta el tiempo y que está dirigida a todos los seres humanos se puede comprobar asistiendo al Premio Internacional de Piano 2023 Fechilla-Zuluaga que se celebra en el CCCM estos días. Se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de Rajmáninov y la OSCyL dirigida por Salvador Vázquez le rinde un merecido homenaje.
Se escuchan en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos los conciertos para piano de Rajmáninov interpretados por Anna Fedorova, Juan Carlos Fernández Nieto, Serguei Yerokhin y Daniel Ciobanu. La música se desparrama por la sala a diferencia de una estatua o un cuadro que siempre están quietos.
Aquí se olvida uno de todo de lo pasa "ahí fuera" y la música cuenta a esta hora de la tarde su propia historia. Toca el piano Daniel Ciobanu, que es el que más ha sorprendido al público por la forma de tocar tan jazzística, si se me permite la licencia, tan libre, tan fresca, tan cercana, en definitiva.
Daniel Ciobanu está tocando al piano la Rapsodia sobre un tema de Paganini y está conquistando al respetable público que le mira y le oye "embobado". Porque las obras clásicas se mantienen integras a lo largo del tiempo y sin embargo están cambiando siempre. La impresión de que es un maestro infalible y de que posee una sensibilidad que se "masca" en la sala está haciendo que disfrutemos sin culpa del concierto.
Este Premio Internacional de Piano 2023 Frechilla-Zuluaga esta resultando un completo éxito. Sala abarrotada y público disfrutón que aplaude a rabiar cada pieza crea una atmósfera para que todo salga a "pedir de boca".
Tengo la impresión de que el espíritu de Rajmáninov tiene comunicación directa con Daniel Ciobanu. Toca como si le hubiese poseído, y es en esos precisos momentos, cuando se produce el milagro. Por eso son momentos inolvidables que uno se lleva a casa para cuando le haga falta recordar algo bueno que tiene la vida.
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) dirigida miméticamente por el invisible y natural, Salvador Vázquez, el pianista es el protagonista, pulveriza las emociones poéticas de la música por la sala sinfónica dejando claro que la música es la música y todo lo demás es todo lo demás.
Sale tres veces a saludar Daniel Ciobanu y nos regala una propina de padrino rico. Utiliza las cuerdas del piano a modo de contrabajo y eso hace las delicias del público que le despide con sus mejores aplausos. ¡Jo, que concierto más bueno!
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