El Real Valladolid superó (0-1) al Real Oviedo en el Carlos Tartiere gracias a una genialidad de Marcos André en el minuto 93. El brasileño recogió un balón en la frontal tras una buena presión de los blanquivioletas y mandó la pelota a la escuadra de un Leo Román que subió a rematar las últimas intentonas carbayonas. Estas últimas no surtieron efecto porque el palo rechazó el remate de David Costas. El Pucela, con una sonrisa de oreja a oreja, celebró la victoria en medio de los cánticos en contra de la figura de Paulo Pezzolano, que volvió a escuchar desde la zona técnica cómo los aficionados desplazados hacia Oviedo pedían su dimisión como pasó el pasado fin de semana cuando Iván Cédric marcó ante el Cartagena.

POBRE PUESTA EN ESCENA

Parecía que cambiaba el dibujo Pezzolano cuando el Club anunció en redes sociales la alineación, pero solo era una variante táctica. Es decir, traducido al argot no futbolístico: nada más lejos de la realidad. El uruguayo metió a Juric entre centrales y dejó la batuta del juego a un Víctor Meseguer perdido que mejoró con el paso de los minutos cuando el croata se liberó. Eso no pasó hasta la media hora de juego porque el entrenador del Real Valladolid no se dio cuenta de que las cosas no funcionaban con el Oviedo dominando, con la iniciativa tomada y con las mejores ocasiones, algo que echaban en falta los simpatizantes ovetenses desde la época del recién destituido Álvaro Cervera.

Con Luis Carrión al mando, el Real Oviedo salió con otra cara, pero más por demérito de su rival que parecía que se conformaba con el empate por una pobre puesta en escena. La buena respuesta de John (lo único destacado en positivo del portero brasileño) a la falta botada de Santiago Colombatto era una buena prueba de lo que estaban ofreciendo ambos conjuntos. A partir del obligado cambio de dibujo del técnico visitante (se pasó del 3-5-2 al 4-4-2), el Real Valladolid empezó a crecer, pero ya era la recta final de la primera parte.

En esos instantes, fue el Pucela el que cogió el relevo de un Oviedo que no aprovechó sus mejores minutos para adelantarse en el marcador. Los blanquivioletas tuvieron en las botas de Kenedy, Escudero y Monchu la oportunidad de irse al descanso por delante, pero la falta de acierto y la mala toma de decisiones en los últimos metros provocaron al Tartiere despedir el encuentro con el marcador intacto (0-0).

BUEN ARRANQUE, DESCONEXIÓN Y MAGIA

Salió mucho mejor el Pucela en la reanudación del encuentro en el Carlos Tartiere que el equipo anfitrión. Sendas ocasiones de Kenedy y Monchu, que repetían como protagonistas, daban la sensación de que la balanza se podía decantar hacia el lado visitante. Sin embargo, la desconexión repetitiva y repentina de los pucelanos conllevaba al Oviedo a volver a intentarlo. Por esa razón, Pezzolano tuvo que dar un aire fresco al equipo con la entrada de Raúl Moro y con las de Marcos André y Cédric después.

Las modificaciones surtieron efecto por los arreones de Moro que sacaba petróleo donde no lo había. En esa especie de gasolinera, parecía estacionar la furgoneta del Real Valladolid, pero dejó de hacerlo sin ninguna razón de por medio. Al '11', que cada vez que tenía la oportunidad de encarar es cuando el Pucela daba la mayor sensación de peligro, no le llegaron muchos balones y los locales volvieron a dar la vuelta al choque con una ocasión muy clara de Borja Bastón que desbarató un buen Boyomo ante el siempre inseguro Jhon. De ese posible 1-0 se pasó a otra ocasión de Masca, que no acertó con su remate.

Los instantes finales parecían definir un empate a cero que dejaba mejores sensaciones en las arcas locales en mitad de la fiesta por el debut tanto de su nuevo entrenador, Luis Carrión, como de la leyenda Santi Cazorla. El problema del Oviedo es que dio al Pucela la oportunidad de una genialidad, esa que no desaprovechó Marcos André con un gran disparo desde la frontal (0-1) que batía por alto a Román. El brasileño, con su tanto, vuelve a sacar la sonrisa a un Real Valladolid que recibirá la visita del Burgos con 10 puntos, muchos más de los que esperaba cuando salió derrotado, abatido y decaído hace tres semanas de Albacete.