El artista actuará el próximo 26 de abril en el parking del Estadio José Zorrilla
La gran belleza
La crónica cultural de Ágreda de este lunes para Tribuna
Paolo Sorrentino, el director de La gran belleza, es capaz de ver la realidad italiana (y cualquier realidad) con los mismos ojos y la misma riqueza de imaginación que los grandes directores italianos de antaño: Fellini, Rosellini, Sica, Visconti, Pasolini, Antonioni, Brusati...
Porque Sorrentino no renuncia nunca a la belleza en el arte. Disfruto de La gran belleza, otra vez, como disfruto de estas primeras tardes de septiembre ya sin gente en la piscina y con un tiempo donde el jardín vuelve a coger su brillo y las brevas están a punto para saborearlas lentamente. Disfrutar de una puesta de sol es parecido a ver una película de Sorrentino.
Disfrutar de la belleza, escribió Ezra Pound, es muy difícil. Y es difícil, como bien escribe La Capria en su libro La nostalgia de la belleza, porque contiene un elemento eterno e invariable cuya medida es imposible de definir. Depende de la época, del gusto, de la sensibilidad y por lo tanto es siempre relativa.
Hay belleza a raudales en la película de Sorrentino. La belleza se rebela ya con el tañer de campanas y con las primeras imágenes de Roma acompañada de la canción I Lie de Torino Vocalensemble. Ahora cuando el impulso del cine moderno es destruir la belleza con esos monstruos y toda esa parafernalia que han echado del cine a los buenos aficionados hay que recuperar a los directores que tiene algo que decir.
El cine siempre ha sido una forma especial de pensar. Y aquí en esta película hay para hincharse. El misterio de la belleza de los personajes, de la música, de la ciudad, del idioma que cada espectador tiene que averiguar por sí solo la epifanía que lleva dentro.
Jep Gambardella/Toni Servillo siempre vuelve en las tardes de verano. Verle actuar es un acto creativo. Siento cada vez que le veo en pantalla y le oigo hablar o bailar un efecto inmediato de placer, como el primer chapuzón del verano. Un tío inteligente, un tipo humano, un tipo honesto que provoca en el espectador la empatía suficiente como para querer tomarte una copa (o, dos) y compartir un rato juntos.
Un tipo que piensa por cuenta propia, sin dar nada por sentado puede provocar en el otro rechazo en estos tiempos de opiniones compartidas. Es necesario estar atento a lo que dice Jep Gambardella: el juicio siempre reside en el intelecto no en X.
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