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La octava de Santiago en Tordesillas

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La octava de Santiago en Tordesillas
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 2 min.

Y seguramente alguno de los lectores tordesillanos recordará en la nebulosa del tiempo pasado. En esta Iglesia, hoy arruinada, de la que quedan unos restos para memoria, se celebraba la ceremonia litúrgica en honor al Patrón de España, el hijo del trueno, Santiago el mayor, hijo de Zebedeo. Y os quiero contar trayendo un difuminado recuerdo de la niñez que me ha hecho reverdecer un amigo, aquella octava de Santiago en el corro del mismo nombre.

En las casas de los vecinos, elegidas para la ocasión, se ponía desde por la mañana a la puerta un altarcillo de homenaje a este gran apóstol de la Cristiandad, abogado defensor del cristianismo en la batalla de Clavijo frente al poder e invasión musulmana. Luego, por la tarde, detrás de la Procesión, era ofrecida una merienda vecinal para toda la concurrencia, entregada solícitamente por sus vecinos. Consistía la merienda en una rebanada de pan con arroz con leche encima, dulce y cremoso, hecho por las solícitas manos de las mujeres del barrio.

Todos los tordesillanos se daban cita en estas reuniones de barrios conocidas como octavas (al octavo día de las honras).Cada barrio popular tordesillano celebraba su fiesta e invitaba al resto de los otros lugares a compartir la fe religiosa y el pan, la oración y la fiesta, el rezo y la alegría, la limonada y el baile en los corros de los sitios en donde se llevaban a cabo. La última de las octavas era la de San Antolín, al principio de septiembre, y la llamaban de 'las majas', seguramente por las chicas guapas que vivían en ese barrio.

Cerrad los ojos e imaginad por un momento una abigarrada multitud, compartiendo el pan y la sal y bailando la rueda, la jota o la entradilla al son de la dulzaina y del tamboril de Poncela y de Fuso, todos juntos, todos unidos, chicos y chicas, grandes y pequeños. ¡Qué caras de felicidad tenían nuestros antepasados al celebrar las octavas!.

Hoy con las fotografías de los restos que quedan aún de esa iglesia de Santiago, la de los hidalgos decían, el recuerdo de la niñez se agolpa en mi memoria de niño infante, mientras oía el sonido de la dulzaina en la octava de Santiago 'matamoros' y todos los vecinos compartían la alegría y la fe en el futuro con solidaridad y armonía.

Hoy en los nidos de antaño ya no hay pájaros hogaño, pero pervive aún en nuestra memoria esa fiesta del compartir y así os la ofrezco para gustarla en una rebanada de pan cubierta de arroz con leche.

 

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