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Aunque la explosión de la calle Goya de Valladolid ha dejado una víctima mortal, más de una decena de heridos y a 18 familias sin hogar, esta tragedia también tiene una cara positiva. Sin lugar a dudas, ha sido una prueba de fuego para los equipos de emergencia, que han dado una respuesta rápida y eficaz para minimizar el drama.
Eduardo Lamarca, médico de la Unidad Asistencia Valladolid 3 y con más de 25 años de experiencia en emergencias, fue el encargado de organizar la asistencia a los heridos en el lugar del suceso. Según reconoce, ha sido el mayor dispositivo desplegado en Valladolid en los últimos años, ya que además de tres unidades medicalizadas, hasta la calle Goya también se desplazaron cinco ambulancias de soporte vital básico y otras dos convencionales de refuerzo. En total, fueron más de una veintena los sanitarios que se movilizaron, entre los que había una decena de médicos, además de otros tres profesionales que, desde la Sala del 1-1-2 y bajo el mando de la doctora Patricia Montaut, coordinaron la evacuación.
Tanto Lamarca como Montaut destacan su satisfacción por el trabajo bien hecho y por la excelente coordinación con los Bomberos, con la Policía Local y con el CNP. Incluso Lamarca destaca el comportamiento ejemplar de los vecinos que, desde el primer momento, hicieron caso a las indicaciones para facilitar el rescate y la evacuación de los vecinos, y que al final del trabajo "tuvieron el detalle de ofrecernos agua".
"Después de tres horas de intenso trabajo, en las que la tensión y el estrés es máximo por enfrentarte a una situación desconocida, aparece el cansancio, pero también una agradable sensación interior por un buen trabajo", apunta Lamarca. No obstante, también reconoce que esta satisfacción se vio truncada horas después cuando los Bomberos confirmaron la existencia de una víctima mortal bajo los escombros.
A su vez, explica que uno de los principales problemas de este tipo de sucesos es que "no sabes a qué te vas a enfrentar". En este sentido, sostiene que en este caso lo primero fue ponerse al servicio del jefe de Bomberos, para después instalar un punto de atención a los heridos, que fue ubicado al final de la calle Goya, junto a las vías del tren.
Por su parte, Patricia Montaut, que va a cumplir diez años en el Centro Coordinador de Urgencias del 1-1-2, también reconoce que en Valladolid ha sido el mayor operativo desplegado, y que ha sido casi similar a los que se ponen en marcha en los casos de accidentes de tráfico múltiples o siniestros en los que se ven implicados autobuses.
Al mismo tiempo, reconoce que en este tipo de casos la clave del éxito es el trabajo en equipo, desde la coordinación con los Bomberos y las policías, pero también con los hospitales, a los que previamente se avisa de la llegada de heridos para que estén preparados y puedan organizarse. "Ha sido una prueba de fuego que hemos superado con nota", asegura Montaut, que recuerda que mientras se atendió este terrible suceso, "tanto nosotros como los hospitales seguimos atendiendo otras urgencias".
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