La opinión de Guillermo Delgado, como cada lunes, en TRIBUNA
Aerolíneas OSCyLjoven
Una nueva edición de 'Palabras contra el olvido', la serie de crónicas culturales de Luis Miguel Ágreda en Tribuna
La música es la línea aérea más barata, conecta con todo el mundo. Además, esta tarde lo estamos viendo en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CDMD, tiene el poder de formar el carácter. Hay una generación de músicos formados en los conservatorios españoles de mucho nivel que pueblan las orquestas nacionales e internacionales. En una orquesta hay tiempo para dar rienda suelta al individuo, pero la suma de las partes es lo que da vida a una orquesta sinfónica.
Y eso lo saben todos los componentes de la OSCyLjoven. Suenan los primeros compases de la Suite nº 1 de Romeo y Julieta de Sergei Prokófiev y su sonido llega cargado de emoción. Una emoción que para que sea plena es necesaria ponerla palabras. La música, ha dicho Barenboim, se podría definir como sonido con pensamiento. De todo esto se encarga esta tarde el director Vasily Pretenko.
Todo tiene que cuadrar. Los componentes de la OSCyLjoven han estudiado que todo tiene que estar al servicio de la música, al servicio de la orquesta. Lo que han estudiado: armonía, melodía, ritmo, volumen y tempo está noche lo están poniendo en los oídos del público para que este disfrute y valore. La música ya dijo Busoni te permite estar "dentro" del tiempo y "fuera" de él. Y eso tiene sus ventajas.
La mano izquierda de Pretenko tensa y comprime la Suite nº 1 de Prokófiev y la mano derecha deja volar la batuta y muestra todas las infinitas alternancias que tiene la partitura. Los músicos de la OSCyLjoven desde la primera nota se cargaron a sus hombros al público de la sala y le llevaron a darse un "garbeo" por sitio desconocidos y salones de bailes presididos por el Zar Nicolas.
Y llegó la prueba de fuego para la OSCyLjoven con la Sinfonía nº 5 de Shostakóvich que solventó con nota alta para que quien esto escribe. Toda la orquesta se puso las pilas y desparramó por la sala toda la sensibilidad, el humor y la tragedia que encierra la sinfonía. Y supo trasladar al público, mediante el aire sonoro, la experiencia dolorosa a la que tuvo que enfrentarse el compositor durante su vida.
Y qué decir de Vasily Pretenko, pues que se le veía más feliz que unas castañuelas. Acompañar a la OSCyLjoven en sus primeros pasos seguro que será un recuerdo inolvidable por partida doble. ¡Feliz y larga vida a la OSCyLjoven!