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Flamenco en el Lava

La crónica cultural de Ágreda de este jueves para Tribuna

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Flamenco en el Lava
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Dice el arquitecto y profesor en Harvard   Emilio Tuñón -Premio Nacional de Arquitectura-  que "un maestro solo es interesante si los discípulos llegan a florecer". Por eso Pepe Marchena al que la cantaora Sandra Carrasco y el guitarrista David Arahal rinde tributo, florece esta noche en la Sala Concha Velasco del LAVA en la inauguración de las la 19 Jornadas Flamencas 'Ciudad de Valladolid'.

Pepe Marchena, estamos hablando de un cantaor que nació en el año 1903. Fue muy famoso y recorrió toda España con su cante. Por resumir. Llegan al oído los primeros compases de la guitarra de David Arahal y ya ser percibe que vamos a disfrutar con su toque, con su elegancia, con su profundidad. Este tío llega, tiene una forma de tocar para nada tremendista y siempre a favor de la cantaora. Esto en estos tiempos que corren se agradece y de qué manera. Porque los hay que es la cantaora la que acompaña al guitarrista y no al revés como tiene que ser.

"De los cuatro muleros, de los cuatro muleros, de los cuatro muleros, mamita mía, que van al agua, que van al agua. El de la mula torda, el de la mula torda, mamita mía, me roba el alma..." La voz aterciopelada de Sandra Carrasco se envuelve en su gesto, se envuelve en el aire sonoro de la sala y cautiva al espectador que no puede hacer otra cosa que apretar los puños y el entrecejo y retorcerse en el asiento de gusto, de placer.  Porque canta todas las canciones de Pepe Marchena de una forma , como decirlo, como si estuviera leyendo una partitura, pero al mismo tiempo improvisando, improvisando de una manera  auténtica, honesta y si me apuran hasta espiritual, por ponerme tremendo.

Se entienden con la mirada Sandra Carrasco y David Arahal, como se tienen que entender los flamencos, como entiendo yo al mar, o la brisa enredada en un álamo verde que escribía José Hierro. El repaso que hicieron por las canciones de Pepe Marchena fue exhaustivo, tocando todos los palos. Hubo un momento que pareció que estábamos en Cuba. Ese toque caribeño aflamencado que tiene Sandra Carraco a la hora de cantar, de recitar milongas, con ese toque tan especial marca de la casa resultó una sorpresa muy agradable y puso el listón de las jornadas flamencas en todo lo alto.

PD: Y todo esto teniendo que soportar a un espectador que estaba justo detrás de mí que solivianto, alteró, disgustó a la sala durante todo el recital al grito de "pero si yo no molestó a nadie..." Hay que tener cuidado con esta gente, porque puedes salir de casa para ir al LAVA y acabar en Alcalá-Meco y haber luego como se lo explicas a tu señora.  

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