El fallido parkibici de Villa del Prado

Más vale tarde que nunca. El Ayuntamiento de Valladolid ha retirado "la nave espacial" que había ubicado en la Plaza de Juan Pablo II del barrio de Villa del Prado. Los vecinos no querían -queríamos- el moderno artilugio que pocos meses antes había sido colocado para guardar bicicletas particulares. La intención fue buena y la gestión municipal nefasta.

Estamos en período preelectoral y ahora cuentan los detalles, hay mucho sillón con despacho en juego. Los votos se recuentan a diario. El parkibici de Villa del Prado no lo usaba ni el apuntador, bueno sí, una vez pude ver a una chica utilizarlo y eso que me paso media vida en esa plaza. Pregunté a otros lugareños y casi nadie había visto jamás utilizarlo. Así pues, bienvenido sea su traslado al campus universiario, seguro que allí tiene más clientela el futurista artefacto.

Me emociona el interés que tiene el actual equipo de gobierno en convertir Valladolid en una ciudad moderna en hábitos de vida saludable. Menos coches particulares, más carriles bici, servicio Biki Valladolid, modernos autobuses eléctricos, Zona de Bajas Emisiones... Nos vamos a parecer a Amsterdam o Düsseldorf. Vale, es un plan de futuro, aunque a mí antes me gustaría ser más europeo del norte en otros asuntos como en la gestión política eficaz, en el ahorro de la deuda pública, en la racionalización del gasto institucional, en los salarios, los impuestos, la justicia con los autónomos, etc...

Personalmente, soy más de caminar, del coche en el garaje y si llueve, hace frío o calor, pues a combartirlos con cabeza. Realizo habitualmente caminatas de más de una hora para ir y volver de determinados lugares de la ciudad. En situaciones complicadas, opto por el transporte público. Soy demasiado clásico como para subirme a estas alturas a una bicicleta. Ni menciono los patienes eléctricos, que nunca he usado y, probablemente, jamás utilice. Es una cuestión de principios. Me parece perfecto que la gente lo haga (menos cuando unos y otros circulan por las aceras).

El problema de planificar desde el poder la movilidad de las personas es que se invade su elección personal. Aquí hay debate. Es necesario preservar el planeta, es bueno promover iniciativas que mejoren el deterioro del medio ambiente, resulta imprescindible reducir la contaminación en las ciudades. Por supuesto, pero también es fundamental hacerlo dialogando, reuniendo a todos, incluso escuchando al que opina de otro modo. Y me temo que no está siendo así.

Oigo a mis conocidos de ésta y de otras provincias y me cuentan que ya no llegan al centro de Valladolid para realizar algunas visitas/compras periódicas, les resulta más cómodo desplazarse hasta las grandes áreas comerciales de las afueras de la ciudad. Me consta la preocupación del pequeño comercio ante las dificultades de muchas personas, de la ciudad y de fuera, a la hora de acceder al casco histórico en vehículo particular. El interés general debe estar por encima del particular. Sí. Vivimos tiempos en los que los límites de la libertad individual son motivo de un extraño debate ideológico.

El ahora desaparecido parkibici de mi barrio se ubicó sin un análisis riguroso de la demanda. Es obvio. Tampoco se preguntó, al menos de forma precisa, a los vecinos si tenían interés en disponer de un espacio guarda bicicletas con aspecto de nave espacial. Se ha gastado dinero público, se han empleado un montón de horas laborales de trabajadores y de sesudos responsables municipales ¿en un servicio público necesario?

La movilidad no debe ser un asunto ideológico. Todo lo contrario, debe ser pactado entre izquierdas, derechas y mediopensionistas. El que gobierna tiene los votos, bueno, pero también la obligación de entenderse con el está en la oposición. Más diálogo, entedimiento y pactos. Y menos imposiciones de las mayorias políticas temporales. Así no se construye a largo plazo ni una ciudad (Valladolid), ni una comunidad autónoma (Castilla y León), ni un país (todavía llamado España).