Pesadillas, miedo y mucha tristeza. Así define su día a día Kiral, un joven natural de Turquía, de 29 años, que decidió mudarse a España hace solo tres meses atrás.

El turco escuchó en la pequeña televisión del apartamento, en el que vive junto a otros cinco compañeros, la noticia del terremoto que había sacudido su país, y desde ese día, lleva intentando "desesperadamente" contactar sin éxito con sus padres y su hermana pequeña.

Vecino de Valladolid desde hace apenas unas semanas, prefiere no mostrar su cara porque reside en el país sin haber legalizado su situación laboral. Con dificultad para hablar español asegura que "no es fácil estar tan lejos de casa,, saber que ha pasado algo horrible y no irse corriendo a intentar ayudar en algo".

Kiral nació en Adiyaman, pero ha vivido desde los 11 años en Adana, ambas localidades muy afectadas por el terremoto que ha sacudido Turquía y Siria, hace unos días: "Llevaba toda mi vida viviendo allí pero la pandemia afectó mucho a las oportunidades laborales y la guerra entre Rusia y Ucrania hizo que se agravase la situación".

Valladolid por casualidad

"Reconozco que la llegada a España no fue fácil e hice cosas de las que no me siento orgulloso para mantenerme aquí, pero cuando me desplacé de Madrid a Valladolid prometí que todo cambiaría", asegura a Tribuna Valladolid el que ahora trabaja como peón de obra.

"Utilicé una aplicación móvil para compartir coche y cogí el primer trayecto que vi al menor precio posible, por eso llegue a Valladolid", cuenta. "Aquí me fue fácil encontrar trabajo pero vivo con el miedo de que me descubran y me pase algo malo por no tener papeles".

Reacio en un principio a prestarse a la entrevista, decidió contar su triste historia para desahogarse: "He tenido tentaciones de volver a Turquía pero me costó mucho llegar hasta aquí y ni si quiera sé si conseguiría ver a mi familia".

"Solo he podido comunicarme por las redes sociales con un excompañero de trabajo que ahora reside en Estambul y que me habló sobre la muerte de muchas de las personas que tenemos en común".

A día de hoy, solo le queda tener esperanza y confiar en que su familia esté sana y finalmente se pongan en contacto con el: "Me refugio en la religión y en mis nuevos amigos".