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Un paseo audiovisual por los lugares más desconocidos de la Plaza de Toros de Valladolid
Tribuna ha tenido acceso a estancias del coso como los corrales, los chiqueros, la capilla o la enfermería que habitualmente no se pueden visitar
Los aficionados taurinos conocen muy bien la centenaria plaza de toros de Valladolid, el coso de Zorrilla, o ¿quizá no tanto? Tribuna Valladolid ha decidido dar un paseo audiovisual por esta joya arquitectónica de la ciudad inaugurada en 1890, mostrando especialmente aquellos lugares a los que el espectador no suele tener acceso: corrales, enfermería o capilla, entre otros.
El coso neomudéjar del Paseo de Zorrilla es obra del arquitecto Teodosio Torres. Edificada en ladrillo sobre zócalo de piedra y con estructura de acero, la plaza de toros tiene forma de tambor poligonal de cincuenta lados y tres plantas de altura. Las obras se prolongaron durante algo más de dos años y el 29 de septiembre de 1890, Lagartijo, El Espartero y Guerrita hicieron el primer paseíllo con toros del Marqués de Saltillo. Aguilillo fue el primer astado lidiado, cuya cabeza disecada aún se conserva en las oficinas del recinto. El ruedo mide 52 metros de diámetro y en la actualidad el aforo del edificio es de 10.600 personas.
Las cámaras de Tribuna, de la mano del director de la plaza Pablo Alonso, han tenido acceso a lugares tan desconocidos para el gran público como el embarcadero por donde acceden los astados desde el camión que les transporta desde la finca a los corrales. Se podrá contemplar la báscula que es de la misma época de la construcción del coso, además de los corrales, los chiqueros o el túnel por el que los morlacos acceden al ruedo.
Una de las dependencias donde más impresiona entrar es en la enfermería, dotada de un completo quirófano, donde los diferentes equipos médicos con los que ha contado la plaza se han tenido que enfrentar a intervenciones muy complejas, tras graves cornadas de diestros actuantes. De sus paredes cuelgan multitud de fotografías, muchas de ellas recuerdos de toreros que pasaron por el hule.
También merece la pena detenerse en la capilla, un remanso de paz al que acuden muchos toreros minutos antes de liarse el capote de paseo. Allí pueden encomendarse a la Virgen Milagrosa o a San Pedro Regalado, patrón de los coletudos y de la ciudad de Valladolid, que presiden este sagrado espacio, con una réplica de la virgen de Nuestra Señora de San Lorenzo y decenas de cuadros y estampas de cristos, dolorosas y otros santos.
Esta visita, a la que ha tenido acceso TRIBUNA se completa con otros lugares más comunes, como el callejón, las oficinas, taquillas, tendidos, palcos y gradas y las galerías interiores de este imponente edificio que se yergue en medio de la ciudad y que estos días es el epicentro de la Fiesta de los toros en Valladolid. Acompáñenos. Merece la pena.
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