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Una revelación

La opinión de Ágreda en su 'Palabras contra el olvido'

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Una revelación
Tribuna
Lectura estimada: 2 min.

Patio Herreriano. Obras de la Colección Sandretto  Re Rebaudengo. Algo sucede cuando se entra a ver esta exposición. Paseas por las salas que a esta hora de la mañana están solo para tus ojos y es como si estuvieras en otra ciudad, en otro país, en otro horario. Paseando y disfrutando de la luz que entra a raudales por los ventanales del claustro desciende el ritmo cardiaco, el pensamiento se limpia de las voces y los ámbitos y uno se encuentra aquí muy a gusto.

¿Cómo influye en el paseante lo que va viendo en las Salas 3, 4,5, y 8? El sentido de la vista espabila y el libre albedrío aparece para hacer un descanso aquí y allá. El silencio de las salas envuelve las obras de Lynette Yiadom, Thomas Demand, Barbara Kruger, Sarah Lucas, Helen Marten, Reinhard Mucha, etc.

Cualquier historia humana lleva implícito momentos de dolor, miedo y desolación. El arte nos permite viajar al pasado y ver a través de los ojos de estos artistas. Los videos, las imágenes, las esculturas, las fotografías, los paisajes y los espacios son manifestaciones de nuestro paso por la vida. Un mosaico fresco lleno de sentimientos y preocupaciones que hay que descubrir por uno mismo.
El ojo tiene su comprensión propia. Lo mejor que puedes hacer en este verano es darte un garbeo por El Museo Patio Herreriano y dejar que circulen los pensamientos por tu cabeza. Campanas, botellas y mensajes que rebotan en las salas para quien quiera oírles. Aquí cada sala cuenta una historia y genera un conocimiento. Porque entrar en esta temporada en el Patio Herreriano es entrar en lugar de experimentación. Un lugar donde poder conversar y adivinar qué hay detrás de los cuadros, de los videos y de las esculturas.

Ocurre muchas veces que los artistas realizan las obras que ellos mismos les gustarían mirar y disfrutar y ese parece el caso de Lynette Yiadom-Boakyer, Luisa Lambri o Jeff Wall. André Breton proponía que había que entrar sin premeditación en los museos, abandonarse en la mirada y dejarse llevar sin ningún prejuicio. Hay que ver lo que hay en las salas y esperar que aparezca en el paseante el espíritu del recolector, guardar lo que más nos haya gustado para el futuro, por si las moscas.
Posiblemente, El Museo Patio Herreriano sea uno de los territorios más generosos que nos encontremos en Valladolid este verano, porque no hay nada más generoso en la vida que el arte.

In memoriam de Carmen Bragado.

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