Pongámoslo en cifras. Las estadísticas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte sólo revelan el número de matrículas desglosado en las modalidades online y presencial de los dos últimos cursos, pero aún así ya evidencian una metamorfosis del sistema. El año académico 2016-2017 registró un descenso del número de alumnos de grado y primer y segundo ciclo del 1% (14.000 matrículas menos), pero mientras las universidades presenciales perdieron un 1,15% de estudiantes, en las online este descenso fue de la mitad. El gran cambio se produce en los másteres, con un 8% más de alumnos totales, y un incremento del 17,5% en las matrículas de titulaciones online, frente al aumento del 5,5% en la modalidad presencial.
Mientras la opción de cursar una carrera se sostiene a la baja, la especialización crece a un ritmo muy elevado para tomar como referencia un periodo tan corto. Un máster es más cercano a la realidad de las empresas, tiene un carácter más profesionalizador y atiende con un grado mayor de precisión las demandas del mercado. La capacidad de adecuar los contenidos y competencias a la evolución casi diaria del trabajo se percibe por los estudiantes como la opción óptima, más enfocada a la inserción laboral y con una tasa de empleo que difiere notablemente al alza de las cifras de los grados. Es más útil saber mucho de una materia, que demasiado poco de varias. Las empresas lo buscan. Los aspirantes lo saben.
Ampliemos el espectro de análisis. En los ocho años que van desde el curso 2008-2009 al 2016-2017, los alumnos de grado y primer y segundo ciclo del sistema universitario español se redujeron un 5,2%, una caída superior a las 72.000 matrículas. En el otro lado de la balanza, los estudiantes de máster se multiplicaron casi por cuatro (de 50.400 a 185.000).
No sólo ha cambiado la realidad laboral. También la metodología. Los conceptos básicos. La educación por completo. El vínculo universidad-empresa debe, por imperativo categórico, ser más sólido, compacto y estrecho que nunca. Las instituciones académicas privadas siempre han estado en ese bando. Las empresas lo buscan. Y los alumnos, ahora, también.
La consecuencia lógica de esta deducción también se explica en cifras. Del curso 2008-2009 al 2016-2017 las universidades públicas perdieron un 8,7% de alumnos (más de 107.000) de grado, primer y segundo ciclo, mientras en las privadas crecieron un 24% (35.500). El comportamiento en relación a los estudios de máster certifica esta doble tendencia a la especialización y a optar por la universidad privada. En este mismo espacio de tiempo, las matrículas en másteres de instituciones académicas públicas casi se triplicaron, pasando de 42.750 a 122.500. En los mismos términos, las privadas vieron crecer sus registros en más de ocho veces, pasando de 7.668 alumnos el curso 2008-2009 a 62.174 el 2016-2017.
La competencia por cada puesto de trabajo es voraz. Y cada día que pasa, más. Especialización. Universidades, empresas, alumnos, medios de comunicación, expertos y cualquier persona o entidad que hable de educación, repite este concepto como un dogma. La evolución es incuestionable. El futuro, digital.