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Una histórica arquería de un claustro abandonado regresará a su lugar de origen en Valladolid
El nuevo destino es la Plaza de San Juan, donde estuvo ubicado este convento de la orden mercedaria dedicada a la recaudación de fondos
La arquería del claustro, ubicada en el convento de Nuestra Señora de la Merced, va a volver a su lugar de origen en la ciudad de Valladolid tras una larga etapa en la la finca Los Quemadillos, entre los términos de Simancas y la propia capital del Pisuerga. En estos momentos, ejercía de adorno de la fachada de una casa sin habitar que recorre parte de su perímetro, y corría el riesgo de sufrir daños irreparables ante los continuos asaltos del recinto debido al estado de abandono de esta propiedad privada.
Según ha explicado el concejal de Urbanismo, Nacho Zarandona, se trata de ocho arcos de gran dimensión y un blasón de la orden mercedaria que serán desmontados, limpiados y vueltos a montar en un lugar ya elegido dentro de la Plaza de San Juan, donde quedarán instalados después del verano. Esta operación se puede llevar a cabo gracias a que un empresario ha comprado recientemente la finca y la casa que anteriormente pertenecía a una empresa constructora que dejó en estado de abandono el terreno hasta convertirlo "prácticamente en un estado de ruina".
Del siglo XVII
El claustro, diseñado en traza herreriana durante el siglo XVII por Pedro Mazuecos El Mozo, es el único resto que se conserva de ese cenobio que fue vendido durante las desamortizaciones liberales del siglo XIX y que el Ayuntamiento de Valladolid, con un presupuesto de 260.000 euros, desmontará y trasladará a su emplazamiento original, tal y como expone EFE.
El nuevo destino es la Plaza de San Juan, donde estuvo ubicado este convento de la orden mercedaria dedicada a la recaudación de fondos para redimir, previo pago a sus captores, a cautivos apresados por los musulmanes como le ocurrió a Cervantes en Argel hasta que fue rescatado por fray Juan Gil.
Ya en manos privadas tras su venta en el XIX, el convento tuvo diversos usos pero la iglesia fue demolida en 1849 para facilitar el ensanche urbanístico de una de las calles aledañas, mientras que el resto del cenobio permaneció en ese lugar hasta que fue definitivamente demolido en los años setenta del siglo XX.
Se salvó, no obstante, la arquería del claustro cuyo traslado ha superado ya todas las exigencias normativas, incluida la autorización de la comisión territorial de patrimonio.