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El renacer de Jesús Julio Carnero tras 80 días en el hospital: "No tengo palabras para explicar la entrega de los sanitarios"
El ahora alcalde de Valladolid relata cómo vivió el covid-19 y el tiempo ingresado en el hospital Río Hortega, incluyendo los 35 días sedado e intubado
Es chocante que alguien pueda considerar un hospital como su "hogar", pues los centros hospitalarios son esos sitios que el ideario colectivo entiende como fríos, asépticos en todos los sentidos y que cuentan con un significado implícito de 'enfermedad'. Pero no lo siente así el ahora alcalde de Valladolid y, en 2021, consejero de Agricultura de la Junta de Castilla y León, Jesús Julio Carnero. El político zamorano permaneció en el Hospital Río Hortega de Valladolid 80 días en los cuales pasó una de las páginas más difíciles de su vida, pero en los que el calor del todo el personal sanitario le arropó, como lo hace con todos los pacientes, para superar la infección de covid-19 en lo físico y en lo anímico.
Profundamente emocionado, Jesús Julio Carnero relata cómo vivió en plena pandemia su infección, ingreso y posterior recuperación del covid-19, por el que estuvo 61 días en la UCI, 35 de ellos, intubado y sedado. "Es que es mi segundo hogar, este hospital", comenta al recorrer los pasillos del Río Hortega. "Ya no es que me traiga recuerdos. Es que lo tengo tan interiorizado como cada uno de nosotros podemos tener la casa de la infancia, de la juventud, de la soltería o de estar casado. Es un hogar", añade.

Jesús Julio Carnero, charlando con personal médico del Hospital Río Hortega. Foto: S. B.
No escatima en palabras de agradecimiento para los profesionales sanitarios que le atendieron en un momento donde la saturación por el alto número de ingresos podría, erróneamente, hacer pensar que la calidad de la atención podría haberse visto afectada. "Aquí tratan muy bien a todo el mundo. Y yo me sentí muy bien tratado. Yo estoy como estoy y donde estoy gracias a lo bien que me trataron en la sanidad pública de Castilla y León. Y, muy especialmente, por los profesionales sanitarios", sentencia.
Su relato comienza con ese día a día que podía ser el de cualquier ciudadano en esos meses, en el que la rutina obligaba a ciertos protocolos de precaución: distancia social, lavado de manos, gel hidralcohólico... "En el trabajo estábamos con mascarillas, acababa de ser Filomena, y no tengo sensación capacidad de análisis de saber dónde me pude infectar. El caso es que me infecté", cuenta.
Positivo en covid-19 e ingreso
Fueron los primeros síntomas los que le llevaron a hacerse un test ese 29 de enero de 2021. "Me noté los procesos 'de libro': que se te secara la garganta, tener una serie de décimas y tener una especie de catarro-resfriado", rememora. "Yo me había hecho muchas pruebas, varias veces con determinadas sintomatologías que por precaución nos hacíamos. Nunca había dado positivo, pero pues esta vez sí, claro", añade.
Ese mismo día, es el propio Jesús Julio el que a través de su cuenta de Twitter informa de su positivo, asumiendo que podría pasar su enfermedad en aislamiento en su casa.
"Doy positivo un viernes, que es el 29 de enero, y me ingresan el martes 2 de febrero. Y me ingresan el martes, porque el mismo lunes mi 'médico de cabecera', la doctora Granja, me dice 'te tienes que hacer una placa, dados tus antecedentes', ya que yo había tenido una neumonía", relata. Es el resultado de esa prueba el que indica la necesidad de un ingreso y el mismo día acude al hospital con la tranquilidad de pensar que pensar que sería una estancia corta. "Vine con mi coche, pensaba que venía para estar unas horas, unos días. Mi mujer se acordó, pasado bastante tiempo, de que estaba el coche aquí en el parking y vino un amigo a recogerlo".
Una pendiente hacia abajo
Es a partir de ahí, se desencadena lo que el propio Jesús Julio ejemplifica con un gesto con la mano inclinada, señalando al suelo, y define como "un viaje con una pendiente tremenda hacia abajo, hacia abajo, hacia abajo, hacia abajo". Tal es así, que solo cuatro días después, el sábado 6 de febrero, le trasladan a la UCI y el domingo 14 los médicos deciden que, en vista de la evolución, lo mejor es sedar e intubar, algo que no le pilló por sorpresa.

Carnero explica cómo sintió el empeoramiento de sus síntomas. Foto: S. B.
"Eres consciente de ello, porque tú estás mal en tus pulmones, pero no estás mal en tu consciente y sabes lo que te van a hacer", cuenta. Carnero revela que, aunque no se lo confesó a los médicos, él veía en todo momento el reflejo de su saturación de oxígeno porque se reflejaba en la ventana. "Quería poner de mi parte para ver si mejoraba el nivel de saturación, porque yo sabía que esa era la clave. Pero claro, yo veía que no, y esa mañana, que fue el día 14, entró ahí todo el cuadro médico y las enfermeras y me dijeron, 'hay que intubar'". Enviar un whatsapp a su mujer es lo último que recuerda antes de que le durmieran.
De esas semanas en las que permaneció bajo sedación, solo sabe decir que se producen "muchísimas ensoñaciones". "Sueñas unas cosas rarísimas que es en el proceso en el cual estás entrando otra vez en la realidad", señala.
Entrar en la realidad
Una realidad a la que se vuelve, después de más de un mes, no solo en un estado de confusión temporal, en el que "podían haber pasado horas o semanas", sino también dónde el cerebro debe procesar el estado físico del que se parte en ese "renacer". "El entrar en la realidad es muy costoso y muy difícil, porque, además, cuando te despiertas estás muy averiado. Dejas de estar sedado, pero sigues intubado. Y con la intubación tienes todo un proceso de excreciones que es tremendo", describe con gesto de desagrado.
Antes de que la recuperación iniciara su camino definitivo, hubo un segundo "jamacuco", como él lo llama. "Bajé a planta y al día siguiente al levantarme tuve otro problema muy serio, el más serio que he tenido yo estando consciente, y me volvieron a intubar. Y a las 24 horas me quitaron el tubo, me despertaron y ya empecé a remontar", asegura.
Era un Miércoles Santo, 31 de marzo de 2021 cuando empezó la vuelta a la vida de Jesús Julio Carnero. "Yo a partir de ahí, es cuando empiezo a adquirir conciencia de cómo es el personal sanitario, de cómo son las enfermeras, de cómo son los auxiliares, de cómo son los celadores, de cómo son las y los médicos. O sea, yo no tengo palabras para poder explicar su entrega", reconoce.

Carnero explicando su vivencia con el covid-19, durante su entrevista con TRIBUNA. Foto: S. B.
Recuperación y vuelta a la vida
Con el alta hospitalaria en la mano, el 22 de abril, "víspera de Villalar", el expresidente de la Diputación de Valladolid pudo volver a casa para iniciar el proceso de rehabilitación, para el que necesitó dos meses. "Yo llego a casa en una situación física dantesca: no puedo andar, no podía hablar, por la intubación tenía tocadas las cuerdas vocales. Tenía una situación muy delicada. No grave, pero sí delicada", describe. Para su recuperación se encomienda a Aspaym, institución de la que, dice, no puede "sino hablar bien". Con su ayuda y también con una autodeterminación de "ponerse bien rápido", fue trabajando en la readaptación a la vida. "Me iba a ver todo el equipo. Cada día despachaba con alguno e iba tomando conciencia de la realidad". Recuerda el cariño de compañeros, amigos, familia. "En el plano político todo el mundo, empezando por el presidente Mañueco. Me trató todo el mundo estupendamente", reconoce.

Los gerentes del Hospital Río Hortega con Jesús Julio Carnero.
Una recuperación, rehabilitación y vuelta a la vida que se escenificó un 23 de junio de 2021, día que reapareció ante los medios tras su enfermedad, algo que le tiene que recordar Juanma García, responsable de su gabinete de comunicación, ya que el propio Carnero no tiene recuerdos de ese día. "Fueron 20 minutos hablando, de comparecencia ante los medios, como que no había pasado nada. No nos lo creíamos nadie".
Pero había pasado, no solo para Jesús Julio Carnero, para muchas personas que vivieron el covid-19 en carne propia. Para todos ellos, hubo un personal sanitario que elevó la palabra 'profesionalidad' a un nivel que trasciende el plano del pensamiento racional, al punto que fueron capaces de transfromar un hospital, en un hogar.
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