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Irene Carvajal fue una auténtica sorpresa cuando las diferentes formaciones políticas en Valladolid presentaron sus candidatos de cara a los comicios electorales del pasado 28 de mayo de 2023. De su faceta como jueza pasó a ser la cara visible del partido, que necesitaba un cambio de imagen tras el paso de varios portavoces que, en su momento, no dieron al partido ese impulso para formar parte del equipo de Gobierno municipal.
La primera teniente de alcalde lo dio y de qué manera, ya que fue la llave para que el Partido Popular, con Jesús Julio Carnero a la cabeza, arrebatara la Alcaldía al actual ministro de Transportes, Óscar Puente. Un año y medio después de lo que pasó, con ese acuerdo previsible, pase a que tardó varios días en rubricarse, Carvajal analiza su cambio de vida sin que se haya modificado en demasía respecto a lo que podría esperar en un principio, ya que entró en el panorama político sin un bagaje previo.
"El balance de la gestión es muy positivo. Lo bueno que tiene la política municipal es que recoge los frutos de lo que has trabajado en un despacho o a pie de calle. La gestión me ha parecido maravillosa, la experiencia política... no tanto. Tenemos una oposición muy violenta y muy polarizada que deshumaniza al adversario que insulta, que agrede verbalmente... Yo no venía a eso, yo venía a construir un proyecto. Cada uno tenemos el nuestro. Hay que intentar que Valladolid sea una ciudad mejor y los vallisoletanos han votado con ese objetivo, que es, además, lo que esperan de un servidor público", explica en una entrevista concedida a TRIBUNA.
De hecho, a Carvajal le ha parecido "muy duro" enfrentarse a políticos que, según ella, han traspasado "todas las líneas rojas". "Atacan al tema personal y tocan las familias. Pedro Herrero me llamó asesina o heredera de los asesinos y él no conoce quién es mi familia, ni de dónde provengo, ni de dónde soy, ni quién eran ellos, de los cuales estoy orgullosísima. Son personas maravillosas que nada tienen que ver con el debate que hace un señor de la oposición por algo que ocurrió en el año 1936 en el Ayuntamiento de Valladolid en el que no estaba ni se me esperaba, pero mis padres tampoco", asegura.
Por esa razón, su peor momento ha sido haber recibido "insultos" durante las sesiones plenarias. Es más, lamenta que pase por el pasillo y "algún compañero de Corporación" no le salude o "cambie de gesto" porque "no sabe diferenciar la deshumanización del adversario". En este sentido, cree que cuando uno llega a casa, ve "una persona ante el espejo" y eso es lo que les "queda a todos", sean del partido que sean: "La crítica respetuosa es siempre constructiva y, además, la necesitamos porque muchas veces, con la vorágine de la vida política, lo que más echo de menos es mi libertad personal. Es decir, poder salir con mis amigas, donde palpas lo que pasa en la ciudad o el problema que tiene el vecino, el panadero o el carnicero... Eso lo pierdes porque la gestión municipal exige muchas horas de trabajo y no solo en mi despacho, sino en actos institucionales".
En este sentido, prefiere que alguien le diga que se ha equivocado en algo porque, de esa manera, tiene la "percepción" de la realidad, así como "el contacto con los ciudadanos", algo que ella pone en valor: "El mejor momento, desde que llevo en el cargo, ha sido sentir el calor de la ciudadanía, aunque solo sea para criticar la gestión. No nos podemos olvidar del sentido común, que siempre funciona, y quien maneja el sentido común es capaz de sacar las cosas adelante. Aun así, he de reconocerte que sin trabajo es imposible. Aquí hay que echarle horas, si quieres gestionar bien, uno no puede venirse solo a hacerse una foto".
El resultado de las elecciones electorales le cambió la vida a Irene Carvajal. Pasó de estar en un juzgado a liderar una formación política en el Ayuntamiento de Valladolid. No obstante, no le ha parecido "complicado" afrontar dicha situación por su "experiencia laboral". "Vengo de gestionar otras cosas, pero aquí haces lo mismo. El manejo de las leyes me ha ayudado mucho. Por ejemplo, de la Ley de Procedimiento Administrativo Común, de la Ley del Régimen del Sector Público, y de otra serie de normativas que te dan una perspectiva muy global y muy transversal", comenta.
Esa visión le ha facilitado, al considerarse una persona "sin egos", seguir pensando que es "la misma". "Los puestos de teniente de alcalde están sobrevalorados. No me siento distinta a mi vida de antes como ciudadana de a pie, no encuentro ni una sola diferencia. ¿Tengo una responsabilidad? Por supuesto. La misma que tuve que demostrar en un hecho que fue fatídico para Valladolid, como fue la explosión de la calle Goya", contextualiza.
De ese infortunio suceso, Carvajal reconoce que la gestión que se llevó a cabo fue "impecable" desde, sobre todo, la "responsabilidad" que le dio "una perspectiva" de "poder arbitrarlo de esa manera global y transversal". "Ahí demostré que estaba al mando de la ciudad", puntualiza. En cualquier caso, el único objetivo que perseguía es que el "impacto negativo" fuera "el menor posible". Esa experiencia, además, deja claro a Carvajal que "cualquier político tiene que venir de la vida laboral".
"No se puede salir de una facultad o de un bachillerato o de un colegio y dedicarte después a la política porque no tienes los pies en la realidad, no sabes gestionar la realidad... Soy una persona que piensa que los que entran en política deben tener un bagaje laboral. Y si, encima, no es el mejor en lo suyo, tiene que rodearse de los mejores. Al final, si esa persona no ha trabajado nunca, puedes seguir siendo lo mejor en lo tuyo porque vienes se gestionar muy bien tu pequeño negocio. El ejemplo lo tenemos en Amancio Ortega, que comenzó en una fábrica de batas, y es de las primeras fortunas a nivel mundial", añade.
En este sentido, critica que el Gobierno de Pedro Sánchez cuente con "más de un 50 por ciento de asesores sin nivel de capacitación de ningún tipo". "Eso está pasando en las administraciones públicas y luego nos preguntamos la razón por la cual las gestiones que se hacen son nefastas. Por lo tanto, tenemos que recapacitar y saber que somos servidores públicos. Por ejemplo, al resto de partidos políticos se les confiere su presunción de inocencia o su beneficio de la duda, algo que no se hace con VOX", apunta. De hecho, lamenta que, en ocasiones, no cuenta con un "altavoz" para poder explicarse, ya que, a partir de ese momento, podría "debatir".
Aun así, se queda con los comentarios que recibe por parte de los técnicos de su Concejalía, que están "muy agusto" con ella. "Desde que he entrado, la exigencia es que se cumpla la normativa laboral estrictamente. Han venido artistas, en años anteriores, sin cumplir convenios. Eso no va a volver a ocurrir y me lo han agradecido", sentencia.
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