Los acróbatas, originalmente pertenecían a una orden mítica del islam, la del santo sufi Sidi Ahmed Ou Muoussa. Cuando murió en 1560, estos acróbatas empezaron a ser contratado por caravanas comerciales que atravesaban el desierto junto a bailarines, músicos y cantantes bereberes para amenizar los días y las noches.

Esta noche en el "desierto" del LAVA y siguiendo la tradición Cirque Le Roux (Francia) presenta el espectáculo La nuit du Cerf con todas las entradas vendidas. Hay run-run en la entrada de la Sala Concha Velasco.  Saludo a José Luis Canales, Director Técnico y Mantenimiento del Lava y le pregunto que como se presenta la noche. "Si todo sale como lo tienen previsto, va a ser un gran espectáculo"

Y Canales no suele fallar, más de 30 años en "este mundo" sabe lo que dice. Y, sí, no se equivocó. Porque aquello cogió vuelo desde el minuto uno. Este espectáculo tiene de todo, pero lo que me gustaría destacar sobre todo es su humor. El humor, esa capacidad humana para percibir aspecto ridículos o absurdos de la realidad y mostrarlos al público de manera ingeniosa, es de agradecer.

Eso es lo que tiene La nuit du Cerf que permite al espectador tener una visión diferente de las cosas y olvidarse de problemas propios y ajenos. El humor tan necesario en cualquier tiempo sirve, entre otras cosas para defendernos de este desordenado y pantallero mundo.

El argumento de la obra lo podría haber firmado Tarantino o los hermanos Coen. Un muerto, un disparatado funeral y un final inesperado. Y la sorpresa de escuchar esa estupenda canción de Kenny Rogers, Just Dropped In   que se sale en la película El gran Leboswki y que me puso tan buen cuerpo recordar al Nota.

Circo, cerebro y corazón empiezan las tres por la misma letra y aquí esta noche en el LAVA funcionan todas al mismo son. Circo eterno, este no pasa de moda. Y cerebro para gobernar el corazón. Porque viendo las acrobacias a esa altura y con esa dificultad que entraña, uno solo tenía buenos sentimientos para que aquello terminara como terminó. Todos contentos y alegres por el trabajo bien hecho.

La acogida por parte de la mayoría del público fue esplendida. Canales tenía razón, aquello había salido según lo previsto. Porque este espectáculo que estamos viendo es de una solvencia palpable. Nada desentona. Los intérpretes rayan todos a gran altura -valga la redundancia- La escenografía, la música y el sonido son evocadores. El LAVA ha empezado bien el año, su público ha tenido esta noche la suerte de mirar el mundo de forma distinta y eso es de agradecer.