Se llevó a cabo, entre lágrimas de algunos de los presentes, en una procesión que partió desde la iglesia de San Miguel y San Julián
La cerveza artesana de Valladolid, tras una "importante purga" provocada por la pandemia, ha entrado en el mercado con un volumen de más de 200.000 litros anuales, exportada a tres continentes y reconocida internacionalmente.
La solidez y calidad de las referencias locales se debe en gran parte al impulso que Diputación y su marca de garantía Alimentos de Valladolid han dado al sector. "Nos da visibilidad y apoyo", reflexionan las cuatro empresas que están bajo el paraguas de este sello de calidad como son Milana, La Candaja, Las Llaves de San Pedro y Secreto del Abad.
Milana es decana de la Cerveza Artesanal de Valladolid. Arraigada en el campo -la mayoría de sus socios e instalaciones son de Montemayor de Pililla- nació en 2012 y "después de mucho trabajo, trabajo y pasión" la empresa ha crecido hasta convertirse en lo que es hoy, una marca "completa". crecido de tres referencias iniciales a 25 ahora.
"Los consumidores nos obligaron a innovar tanto que solo podíamos producir cervezas efímeras a partir de un solo producto", explica Marcos Gómez de Pablo, uno de los fundadores, destacando que Milana tiene dos líneas de cervezas, una base, con las elaboraciones "de siempre, menos agresivas" y una "extrema", "normalmente en lata y con tecnología isobárica", "más atrevida" en todos los tipos -stout, ipas, porter, imperial...-.
Para la empresa de Montemayor, la evolución de la cerveza artesana es "muy positiva", lo que a su juicio tiene que ver con los gustos de los consumidores, que son "más jóvenes y con más demanda". En el mercado especializado te exigen lata, que preserva mucho mejor propiedades organolépticas de la cerveza", añade Gómez de Paz que apunta que la producción de Milana ronda ahora los 100.000 litros al año cuando comenzaron con "algo menos de 20.000".
Una marca con una herencia de "exportadora" ya que hace referencia a China, Taiwán, Hong Kong, Rusia, Panamá..."Hay futuro en este sector porque representamos el uno por ciento del consumo de cerveza y solo podemos crecer", dijo antes de admitir que las pequeñas empresas deben "diversificar". "Tenemos Milana, hacemos cerveza para nosotros y para otros, tenemos dos bares uno en Montemayor y otro en la calle Paraíso en los que damos protagonismo a nuestras cervezas, y además organizamos un festival de música que ya mueve miles de personas y es otra de las patas de negocio con las que damos estabilidad y sentido al proyecto", detalla.
Del Decano a la novel 'La Candaja'. Acaban de cumplir su primer año tras nacer durante el periodo más duro del confinamiento y están formados por dos hermanos Adrián y Nelson Paz Díaz y su amigo Juan Fernández. "Empezamos vendiendo a amigos y familiares, y luego profesionalmente", dice el socio y administrador Adrián Paz.
De sus raíces y toda identificación con "Castilla", nace el nombre de la marca, y al cabo de un año y un mes, la producción de la marca es de unos 8.000 litros. Ofrece variedades que van desde Ipas (inglesas, americanas, afrutadas) hasta rubias ("más comerciales, pero con un toque de avena y lúpulo") e Imperial Stouts ("con un toque de vainilla que le da personalidad").
El objetivo es seguir 'creciendo', ya que actualmente son 'nómadas' -fabrica en varias empresas, entre ellas en la Milana-. En este sentido, Paz Díaz advierte que el mercado es "emergente" pero "difícil" de ingresar porque los consumidores están acostumbrados a beber marcas "comerciales".
Puntos estratégicos
José Luis Cano, responsable de 'Las Llaves de San Pedro', quiere aprovechar la ubicación de San Pedro de Latarce, una "ubicación estratégica" entre localidades con "atractivo turístico" como Urueña, Rioseco, Toro y Benavente ( Zamora), estableció allí su empresa y desde 2013 ha ido creciendo poco a poco. Primero un lote "muy pequeño" dirigido al mercado local y "muy amateur", pasando a otro "muy profesional" como ahora con un estilo "novedoso" que les llevó a producir 20.000 litros.
Si bien la idea original era hacer las cosas "muy creativas y llamativas", los comentarios de los clientes los llevaron a elaborar una cerveza rubia "con un toque artesanal". También producen tostadas y frijoles negros, estos últimos con varios premios internacionales, así como Ipas, que exportan a EE.UU. y Puerto Rico, aunque tras la pandemia se centrar en "establecer su marca" en España.
Para Cano, el reto de una empresa radicada en una zona rural era "llegar a la gente y disipar el miedo". "Nadie cuestiona la calidad del vino porque se hace en el mundo rural, tenemos ejemplos de Riberas del Duero. También lo hacemos con la cerveza, y hay que asumir que hay algo de casa igual de bueno o mejor que las que pueden encontrar en cualquier supermercado?, añade.
Con respecto a las condiciones del mercado, tenga en cuenta que ha habido dos crisis económicas y una pandemia en los últimos años. "Tratar de crecer, disciplinarse, capturar cuota de mercado... cuando también se es emprendedor, hay mucho terreno por recorrer", argumentó. En este sentido, Cano ha apoyado la oferta del Valladolid. "Me gustaría que la gente no tuviera miedo a los productos de aquí. La provincia tiene un catálogo muy potente alimentario, gastronómico y turístico y desde aquí puedes sentirte tranquilo, orgulloso, consumir y disfrutar de lo que te ofrecen tus vecinos", concluye.
DIVERSIFICAR
'Cocinar' es también el origen de El Secreto del Abad, una de las marcas que sobrevivió al 'boom' de la cerveza artesana y abrió un vacío en el mercado con su referencia.
Un despido improcedente unió a sus dos socios, Julio Ortega y Roberto Fernández, y marcó el inicio de 2013 para que la empresa pasara a producir de 7.000 a 10.000 litros mensuales "bajo demanda" y que, al igual que sucede con Milana o Las Llaves de San Pedro, ha buscado diversificar su negocio para subsistir. "Empezamos con nuestras primeras cervezas, Saison y Abadía, que eran los buques insignia de la marca", recuerda Julio Ortega, que, desde que aterrizaron en el sector ha apostado por elaboraciones que no hacen el resto. "Especialmente el estilo belga, porque todos están locos por las Ipas", agregó.
Ortega es consciente de que tras el boom de 2015 ha habido una "purga" de una decena de marcas en Valladolid y de 800 microcervecerías en todo el país. "Hay que dar calidad porque es un producto diferente. La pandemia ha hecho mucho daño y todavía están las fábricas más fuertes, las que ofrecen la mejor calidad o la mejor comercialización", dijo.
Con estas palabras explica que los grandes distribuidores se han dado cuenta de la necesidad de crear una "cultura de la cerveza" y lamenta que el sector no tenga la misma consideración que el vino. "Está totalmente subencionado, la cerveza no y tenemos muy poca ayuda", prosiguió para aclarar que la distribución era otro obstáculo porque, a su juicio, no se "apuesta" por el producto, señaló.
Así que decidió tener su propio "punto de venta", un Brewpub en Victoria, donde 'cocinan'. Además, próximamente servirá como punto de encuentro para los amantes de la cerveza artesana, organizando catas y visitas guiadas por las instalaciones.
Una fórmula que compensa la escasa presencia de establecimientos hosteleros, aunque la mayoría de establecimientos disponen de carta de vinos, muy pocos establecimientos se diferencian por ofrecer una de cervezas. "Al hostelero se nos ha acostumbrado al regalo. El vino lo consideran calidad, por caro que sea, pero la cerveza, de momento no", concluye.
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