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Balonmano como labor social
El Centro Penitenciario de Valladolid cuenta desde 2013 con un equipo de balonmano, formado íntegramente por reclusos.
Cada fin de semana el Centro Penitenciario de Valladolid abre sus puertas para que durante cerca de dos horas los reclusos se olviden de su condición y se conviertan en jugadores de balonmano.
Cuando los reclusos pisan el 40x20 solo piensan en dar lo mejor de sí para intentar ganar a su rival. El deporte se lleva usando como medio de reinserción desde hace tiempo, con la implantación de gimnasios, con pistas de baloncesto, con frontones, con ligas internas de fútbol... "La actividad física te evade del hecho de estar privado de libertad. El deporte es fundamental, para cualquiera es un escape... más si estás privado de libertad", aseguran.
Desde hace casi una década los equipos compiten en la liga provincial de Valladolid. Comenzaron de la mano de Cáritas y un exjugador como Juan Antonio Barragán, que se ofreció a ello. Ahora el Atlético Valladolid se hace cargo de esta labor con Francisco Ollero y Rafael Mejias. El patio del centro penitenciario tiene cada semana una cita con el balonmano y cada vez son más los compañeros que se acercan al terreno de juego esperando ver la primera victoria del equipo del presidio. La evolución en un grupo formado por jugadores de diferentes niveles es cada día más palpable. Los internos han encontrado un plus de motivación el poder jugar.
"No hay ninguna diferencia con entrenar, por ejemplo, a juveniles. No miramos las condenas. No las he preguntado y tampoco me interesa. Hay un respeto mutuo", aseguran los entrenadores.
El equipo está formado por jugadores que conocen ya el balonmano porque lo habían jugado antes o per tiempo que llevan practicándolo en este programa, pero también por otros que están empezando. Cada temporada hay gente que sale en libertad u obtiene el tercer grado. Por eso se promociona entre los módulos la posibilidad de formar parte y con los que lo solicitan se hace una selección.
"En la cancha se modelan conductas y se consiguen objetivos a nivel terapéutico. Y por otro lado, el balonmano no solo consigue objetivos a nivel individual si no que para la prisión es un aliciente el hecho de que cada semana venga gente de la calle a jugar los partidos. Nos trae aire fresco. Para los internos, las dos horas de partido les hace continuar unidos a la sociedad, como si estuvieran en cualquier pabellón de la ciudad", comentan desde el centro.
Desde mediados de octubre llevan compitiendo y aunque no han logrado aún ganar un partido, pero para ellos eso no es lo importante. Lo relevante es jugar cada fin de semana y disfrutar de un rato de deporte ante equipos de fuera de la cárcel para evadirse. El balón ya está en juego y el balonmano es el auténtico protaganista.
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