El paro comenzaba a las 00.00 horas y los trenes deberían funcionar con los horarios habituales este lunes
Un gobierno insolvente
Desde hace unos años, el que en su día fue uno de los grandes artífices de la Transición, el Partido Socialista, ha renunciado a su esencia y a su razón de ser en política, que era tratar de mejorar la sociedad y la vida de los ciudadanos. Aunque es cierto que se aplicaba a esa encomiable intención empleando en muchas ocasiones recetas equivocadas, nadie puede negar que contribuyó de forma decisiva a la modernización y al despegue económico de España cuando gobernó en los 80 y los 90.
Esta semana celebraban en Ferraz el 40 aniversario de esa primera victoria en unas generales y su protagonista, Felipe González, reclamó nuevos pactos de Estado, "tan queridos si volvieran a producirse", señaló la importancia de gobernar para todos "más allá de nuestras fronteras políticas" y recordó que el PSOE debe "comprometerse con el futuro de nuestro país" y ser "fiel a sus principios y valores". Y Pedro el de los Falcon y los palacios asentía y aplaudía feliz, como si la cosa no fuera con él.
Cuando el PSOE fue protagonista destacado de la Transición, no andaba perdiendo el tiempo en cambiar los nombres de las calles, ni con leyes trans, de memoria histórica o de bienestar animal. Pero es mucho más fácil sacar a pasear el cadáver de un dictador que murió en la cama hace casi 50 años que mejorar la vida de los ciudadanos, agilizar la justicia, mejorar la sanidad, gestionar los fondos europeos, hacer más eficiente el gasto público o diseñar un sistema de pensiones sostenible en el tiempo. Y en eso anda ahora el socialismo, en lo fácil, en lo inmediato. Lo que en su día fue un partido de Estado se ha convertido en una secta revolucionaria, pero de una revolución en la que lo único importante son las formas. Ninguna atención al fondo, a la sustancia. Se trata de parecer más que de ser, de poses, consignas revenidas y clichés caducados. Y no solo por razones electorales, que también. Sobre todo, porque para lo importante, no dan la talla.
En una reciente entrevista, Juan Luis Cebrián, al que espero que no acusen también de fascista, decía lo siguiente: "Desde 2018, el deterioro de las instituciones políticas en general y del debate político en particular es tremendo. Y esto se debe, entre otras cosas, a la debilidad creciente del Partido Socialista, provocada por la pérdida de millones de votantes. EL PSOE ha abandonado a su base electoral simplemente para dedicarse a su base militante. Además, Sánchez se ha apoyado en grupos en conflicto con el PSOE tradicional. Ha empeorado, o no ha mejorado, la situación territorial en Cataluña. Y, sobre todo, mi crítica al Gobierno es que es muy incompetente, independientemente de los aspectos ideológicos".
El marketing engañoso, el relato ficticio y el afán por los asuntos que en nada preocupan a los ciudadanos conducen a desastres electorales como los de Madrid y Andalucía. Resulta inaudito que con la que está cayendo, el Gobierno ande enzarzado en discusiones sobre la autodeterminación de género, una auténtica disputa de dipsómanos, dipsómanas y dipsómanes sobre el sexo de los ángeles, mientras los españoles tiemblan con los precios de los alimentos, la luz y esa calefacción que no van a poder encender este invierno. Entregados a sus riñas de chavales olvidan lo importante, que en un Gobierno viene a ser la gestión y la capacidad de ofrecer soluciones en vez de crear nuevos problemas. Como apunta Cebrián, no solo es por ideología, es sobre todo por incapacidad e incompetencia. Acusan de insolvencia al jefe de la oposición, pero la suya es de proporciones jurásicas.
Nuestro Gobierno de los 22 ministerios es incapaz de ejecutar esos fondos europeos con los que Sánchez, en su aclamado regreso de Bruselas nos prometió la felicidad y la abundancia. Llegan a España, pero no salen de los despachos. Italia, el país del despiporre político, ha presentado datos auditables según los cuales ha ejecutado en lo que va de año 21.000 millones. Nuestro Gobierno se resiste a dar datos y sobre todo a las auditorías, ¡quita bicha! Pero la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estima que no llegaremos ni a 10.000 millones al terminar un año en el que estaban presupuestados 28.000. El año pasado solo se ejecutaron 2.400. Suma y sigue.
Tampoco son capaces de gestionar cosas más mundanas, como el pago de los ERTEs durante la pandemia o ese llamado "bono cultural joven", que trae loco a Iceta, el ministro bailón, porque ni la mitad de los jóvenes y futuros votantes el año que viene lo han solicitado. Ahora anda ampliando los plazos, al parecer con poco éxito, que ni de repartir dinero son capaces. Lo mismo pasa con el ingreso mínimo vital, que ha llegado solo a 284.000 hogares, el 22% de los que están en riesgo de pobreza y deberían recibirlo. Todo esto lo explica Cebrián mejor que yo: "Sánchez es demasiado oportunista, no pone las luces largas, está pensando siempre en la inmediata elección, la inmediata votación, y creo que eso está perjudicando enormemente al Partido Socialista, que se ha convertido en un partido clientelar, una especie de peronismo de baja intensidad donde fía a los subsidios, a los cheques de 100 euros o 200 euros, el apoyo de sectores de la ciudadanía".
Este Gobierno de lo inmediato, el eslogan y la insolvencia debería dedicar estos días todos sus esfuerzos a los presupuestos. Hace poco celebraba a bombo y platillo que unos ministros y otros se habían puesto de acuerdo para presentarlos, lo cual no deja de ser un logro tal y como está el patio. Pero ahora resulta que lo importante es la ley trans o la modificación del delito de sedición a gusto de Puigdemont, para conseguir los apoyos a unas cuentas que "nacen viciadas y con grandes carencias". Que no es que lo diga yo, lo dice la presidenta de la AIReF, que será otra fascista, pensarán algunos, pero no deja de ser curioso que la nombrase el Consejo de Ministros de Sánchez y sus 22 compadres.
Dice Cristina Herrero que "en los últimos años hay una deriva en que los Presupuestos tienen una serie de carencias notables que restan capacidad de control y que se han incrementado en 2023". Señala que "hay deficiencias en calidad informativa, con una ausencia de información en términos de contabilidad de nacional de más de 1.200 millones de euros". Curioso que aparezca esa cifra mágica que según la ministra de Hacienda es igual a nada. ¡Ay Chiqui! Añade la presidenta de la AIReF que "parte de las previsiones de cierre de ingresos (para este año 2022) no son realistas". Y concluye asombrada porque "en la elaboración de estas cuentas, y por tanto la planificación económica del Gobierno, no se incorpora el paquete de medidas para hacer frente a la crisis energética y de precios, anunciándose incluso medidas adicionales a la semana de presentar el Presupuesto".
Pero no hay mayor motivo de preocupación. Sánchez nos ha explicado que "el Gobierno tiene un plan ambicioso y solidario. Nos estamos preparando para todas las eventualidades y los españoles pueden estar tranquilos. Doblegaremos la inflación como doblegamos la pandemia". Pues vale. Yo ya tengo puesta la mascarilla y el brazo preparado para el pinchazo. ¿Qué más podemos pedirle a un Gobierno así? Seguramente nada, porque nada se le puede reclamar a un insolvente.
También se negociarán las mejoras salariales y la implantación de la jornada de 35 horas
También planteará que difundir la ubicación de los controles policiales se considere una infracción muy grave
Según el consejero de Presidencia, "no vamos a consentir a Ione Belarra que haga declaraciones de esas características" ni que "ofenda" a Madrid con ellas