Castilla y León se sitúa como la sexta autonomía que recibe más partidas, por detrás de Cataluña, Andalucía, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana y Galicia
Estado de urgencia electoral
Como cada viernes, Diego Jalón nos deja su punto de vista sobre el panorama político actual
Grandes cosas se celebran en nuestro país últimamente. Ya habíamos visto a Sánchez volver entre aplausos cual césar victorioso, tras conseguir esos fondos europeos que su Gobierno no es capaz de ejecutar, o tras lograr esa excepción ibérica para limitar el precio del gas que luego nos rebota en la factura de la luz. Esta semana, para asombro de muchos y vítores de los más cafeteros, el Gobierno celebra que se ha puesto de acuerdo consigo mismo para presentar un proyecto de Presupuestos Generales. Roza el ridículo: "No debería ser noticia que un Gobierno apruebe, en Consejo de Ministros, el proyecto de presupuestos. La noticia sería, en todo caso, que consiga convertir ese proyecto en ley", le recuerdan a Sánchez sus amigos del PNV. Hasta Yolanda, "esto no puede ser no más que una canción", vende la piel del oso: "Es la mayor inversión social de nuestra democracia, unas cuentas que nos permitirán avanzar como país en más derechos sociales, más protección, más igualdad y en una transición ecológica justa".
Además de confundir gasto con inversión, como le pasa a María Sánchez con las cuentas de Aquavall, Yolanda sigue, eternamente, empeñada en su fijación con la igualdad y retoza en los lugares más comunes del progresismo, los "derechos sociales" y la "transición ecológica justa". Los derechos, hasta donde yo sé, son de las personas, no de las sociedades. Pero lo de llamar justa a esta transición, que yo pensaba energética y no ecológica, roza la extravagancia. Que pregunte a cualquiera que cobre el salario mínimo cuándo va a comprarse un coche eléctrico, dónde va a poner el enchufe y cómo lo va a pagar.
Claro que igual a Yolanda le pasa como a Espinosa de los Monteros, que no conoce a nadie que cobre el salario mínimo, ni a ninguno de todos esos millones de españoles a los que Nadia Calviño, que no parece entender bien el concepto de "prosperar", colma de favores, paguitas y subvenciones. Así, no es difícil entender que la gente esté tan feliz con el Gobierno de la gente, como demuestran las elecciones y las encuestas.
Inevitablemente, cuando se apaguen los aplausos y barran el confeti de los salones de La Moncloa, la realidad de los 153 escaños seguirá ahí. Tocará entonces pasar por caja en el País Vasco, en Cataluña y hasta en Cantabria. Hasta el voto de Revilla va a hacer falta para sacar adelante estos presupuestos del despilfarro. Un Revilla que ahora llora desconsolado, porque los lobos -que el Gobierno que él apoya no permite cazar- se han comido a su perra. Como ya se ha apresurado a apuntar el futuro concejal en la oposición de Santa Coloma de Gramanet (quién te ha visto y quién te va a ver Rufián), "el Gobierno tendrá que sudar".
A ver, Gabriel, sudar, lo que se dice sudar, somos más bien los contribuyentes de toda España los que sudamos para pagar tu sueldo y unos impuestos que no paran de subir. El año pasado, entre enero y agosto Hacienda recaudó 65.000 millones. Este año, en ese mismo periodo, más de 100.000 millones. Ese 50% de más sale de nuestros bolsillos, de nuestro esfuerzo y de nuestro trabajo. Y con toda esa pasta no parece que tengamos mejores colegios ni más médicos, ni mejores servicios públicos que hace unos años.
Será que, pese a lo que nos cuentan, se lo gastan en otras cosas. Por supuesto, en cosas chulísimas, como esa serie de la que ya hemos podido ver un anticipo con Sánchez en Palacio, desayunando zumos multivitamínicos en vajillas de porcelana con Turca, su perrita de aguas, mientras ojea Le Monde. Igual ahora también quiere colarnos que habla francés en la intimidad. Todo muy campechano, y muy cercano a esa "clase media y trabajadora" que ocupa últimamente todos los afanes del presidente.
Con todo ese dinero no es extraño que Sánchez haya podido aumentar el gasto en Defensa pese a la frontal y tajante oposición de la muchachada podemita, que hace unas semanas había trazado una línea roja infranqueable que en pocos días se ha despintado. "Somos el socio minoritario. Y un socio minoritario nunca había conseguido tanto en la historia de nuestra democracia", dice la ministra de Igualdad. Tampoco era muy difícil, sobre todo porque nunca ha habido otro socio minoritario. Es posible que lo que quiere decir Irene Montero es que han borrado esa línea roja al ver que el presupuesto de su ministerio vuelve a subir hasta la cifra récord de 564 millones, para que los gaste en indemnizaciones por hacer anuncios con fotos robadas y manipuladas y para elaborar una Ley de Familias "que va a incluir a los compañeros de piso porque el concepto de familia está superado". Por si acaso, el presupuesto del Ministerio de Ione Belarra, ese que se llama de Derechos Sociales, subirá también un 17,2%, hasta los 5.399 millones.
Cuando comprobamos que el de Sanidad solo subirá un 1,4% y el de Educación un 6,6%, ambos por debajo de la inflación, el cuento de los impuestos para colegios y hospitales se viene abajo. Lo que sí está muy bien es subir las pensiones y los sueldos de los funcionarios, los de todos. Nada de progresividad ni de lucha contra la desigualdad en esto, que entre unos y otros son 13 millones de personas y cada voto cuenta. Los de los bedeles y los de los directores generales, los de los que cobran pensiones no contributivas y los que reciben la cuantía máxima. "Vamos a por todas".
Invertir en cosas productivas no electorales, en cosas necesarias, sigue siendo un tabú en la urgencia de los chamanes de la demoscopia sanchista. Hay un confuso capítulo, que incluye "infraestructuras y ecosistemas resilientes" al que se va a destinar un mísero 15% de los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. El Gobierno debe pensar que el dinero europeo mejor gastarlo en otras cosas, que las infraestructuras tardan mucho en construirse. Y como además tampoco es capaz de ejecutar los fondos, pues eso, que nada de nada.
Lo de la sequía, pues ya lloverá. Las únicas aguas que le importan a Sánchez son las menores de su perrita Turca. Ni las residuales, ni las de regar, ni las de ducharse o beber. Menuda le han montado a Juanma Moreno en Andalucía por pedir que el Estado invierta, dentro de sus competencias, 900 millones en infraestructuras hidráulicas para combatir la sequía. "Deja de recaudar 100 millones en el impuesto de patrimonio y ahora pide ayuda al estado", cacarean en las redes, con el alcalde de Valladolid como director del coro. Igual si los 700 millones de los EREs no se hubiesen desviado para comprar votos...
En realidad, tampoco es esa la cuestión, porque Moreno pide que el Estado invierta en las infraestructuras de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y ha explicado que él invertirá otro tanto en las que son de competencia autonómica. Da lo mismo, ahora todos contra Moreno, igual que antes todos contra Ayuso. A Sánchez se le multiplican los frentes al mismo ritmo que multiplica el despilfarro. Sigue sin pensar en nada de lo importante, porque para él ya todo es urgente. Estamos en estado de urgencia electoral.
El paro comenzaba a las 00.00 horas y los trenes deberían funcionar con los horarios habituales este lunes
También se negociarán las mejoras salariales y la implantación de la jornada de 35 horas
También planteará que difundir la ubicación de los controles policiales se considere una infracción muy grave
Según el consejero de Presidencia, "no vamos a consentir a Ione Belarra que haga declaraciones de esas características" ni que "ofenda" a Madrid con ellas