El recién reelegido secretario general de UPACyL advierte del problema de la baja rentabilidad del sector e incide en la defensa de las explotaciones familiares
Media vida dedicada a la granja escuela: "Quería transmitir la realidad del campo y de los animales"
Gracia Pérez Izquierdo reconoce que pensó en cerrar la granja, pero cuando los niños volvieron a llenar de vida el lugar confirmó esas visitas son imprescindibles
Hace muchos años, una joven de nombre Gracia viajó con sus compañeros de instituto a Wisconsin. Visitaron una explotación ganadera y recuerda cómo les prepararon en un precioso jardín unas mesas vestidas con manteles blancos y llenas de una inimaginable variedad de quesos para realizar una degustación. Aquel recuerdo se transformó en una semillita, y con el paso del tiempo fue brotando hasta que Gracia convirtió ese recuerdo en una realidad.
A unos metros de la autovía, y tras unos muros amarillos y un portón de madera, se extiende un oasis. "¿Os dan miedo los perros?", pregunta con una sonrisa la fundadora de la granja escuela 'La Era del Rey', mientras observa cómo su pequeña tribu perruna se desespera por saludar a todos. Enseguida podemos poner nombre a cada uno de ellos: Galleta, Chispi Crispi, Uría, Gertrudis y Astu.
Gracia en el corral con algunos de sus perros
De un solo golpe de vista se puede advertir que el paisaje árido castellano ha sido sustituido por abundante vegetación y sonidos que recuerdan a una infancia en el pueblo: mugidos de las vacas, balidos de las ovejas o relinchos de las yeguas.
Gracia Pérez Izquierdo fundó hace 23 años la granja. Su familia vivía en el campo y percibió que cuando los amigos de sus hijos iban a su casa hacían muchas preguntas. "Las familias habían comenzado a vivir en la ciudad y se iba perdiendo la vida en los pueblos, así que vi una necesidad y oportunidad de transmitir las experiencias tan bonitas y la vida tan profunda e interesante del campo y de los animales", cuenta.
Gracia y Soñada
De hecho, Gracia nunca deja de aprender de los animales. Su vaca Soñada, nombre que evoca lo buena que es, tuvo dos terneros el año pasado: la rubia Marilyn y una pelirroja de nombre Pipi. Gracia siempre coloca en el corral tres cubos de agua: uno pequeño, un mediano y el grande. El primero para que beban los perros, y los dos últimos, para las vacas. Cuando nacieron los terneros la vaca dejó de utilizar los grandes, solo bebía del pequeño "porque los terneros no llegan al grande y aprenden por imitación".
"Este sitio me estaba esperando"
El lugar donde se ubica la granja buscaba a Gracia, y no al revés. Iba a visitar a una amiga a la que habían operado y de casualidad leyó el cartel de 'Se vende' desde la carretera. Por aquel entonces estaba embarazada de su cuarta hija y sus otros tres hijos la acompañaban. "Cuando vi este sitio pensé que me estaba esperando", dice visiblemente emocionada.
Gracia desaparece tras la puerta de uno de los edificios y cuando sale lo hace con un álbum antiguo entre sus manos. Son las fotos del comienzo de la granja, a la que ella misma denomina en los pies de foto como "la granja desecha".
En aquel momento, cuando vio por primera vez La Era del Rey, Gracia no veía un lugar casi en ruinas, solo imaginaba cada lugar de su futura granja. "Estaba viendo lo que yo quería ver. Lo veía todo transformado", asegura. Entonces aún no había pájaros, tampoco ranas. No existía el estanque ni tampoco la abundante vegetación. Por eso, la fauna fue llegando a medida que ella y su marido trabajaron el terreno.
El corral de la Era del Rey antes de su reforma
"Comenzamos con una ilusión tremenda", afirma. Su marido talló la forma de una corona (el logotipo de La Era del Rey) en todas las puertas de las cuadras o incluso en los bancos en los que se sientan los niños. También empedraron con el mismo motivo. "No le dije a mi marido cómo lo quería, pero me adivinó el pensamiento por ejemplo con las casitas de las gallinas o de las ovejas", añade.
Logotipo de la granja escuela
Poco a poco la gran familia se amplió. Todos los animales tienen nombre, y además suele hacer referencia a alguna particularidad que tengan, porque si no "son tantos que al final se me olvidarían": el chivo Antonio, de Antonio Banderas, por el perfume; el cerdito Amador; la hurona Berretes de leche, la gata Sola, la cabra Clavelito a la que crio porque su madre la rechazó, la burra Carmela, el carnero Noche de Luna Pequeña, Mona la yegua o el gallo Príncipe de Gales, entre otros muchos.
"He confirmado que es imprescindible"
Los meses de confinamiento por la crisis sanitaria mundial supusieron cambios a distintos niveles: tanto personal como profesional.
"Para mí los dos años de pandemia han sido un lujo, aunque teníamos miedo porque no sabíamos si íbamos a poder aguantar y económicamente ha sido bastante duro", reconoce. Estar en el entorno de la granja con todos sus hijos se convirtió en una especie de período vacacional y de reflexión, aunque tuviera que seguir trabajando.
Entorno de la granja
"Me ha dado tiempo para observar muchas cosas que antes pasaban desapercibidas porque ibas corriendo de un lado para otro", afirma. Por ejemplo, Gracia espera cada primavera a las golondrinas. Dice que le recuerda a las profesoras y a los colegios, ya que la época de llegada coincide. Pero nunca había advertido cómo el macho llega primero para observar el estado del nido y ver si puede llevar a la hembra. "Luego llega con ella y pregunta a la golondrina a ver qué le parece el nido, ella le responde que fatal, que busque otro sitio. Están un rato, luego vuelven. Al final se quedan, pero la golondrina se hace de querer", explica.
Llegó a pensar en cerrar y dejar de realizar actividades, "pero cuando han vuelto los niños he confirmado que es imprescindible que hagan estas salidas en el colegio, que los profesores lo fomenten, que los padres vean lo que es salir al campo, pisar terreno no asfaltado, que suban al monte, que bajen, que trepen a un árbol, que se suban al pajar...", expone. Eso sí, Gracia afirma que solo realiza actividades que sabe que son seguras.
Volver a la idea primogénita
"Esto es lo que da sentido a mi vida y me parece que hago una labor bonita y estoy contenta con lo que hago". Con esta idea cerró su confinamiento y decidió continuar y además realizar algunas modificaciones.
Gracia advirtió que había ido perdiendo la idea primogénita. Se había enfocado en lo que pedían los colegios y había olvidado lo que ella quería hacer al principio: "que los niños sientan, tengan sensaciones, trabajen el tacto, los olores..."
No es raro que los niños pidan "leche de la caja y no de la vaca" o piensen que el tomate es directamente rojo y no verde. Dependiendo de las edades y de la temporada Gracia prepara diferentes actividades: ordeñar a las vacas, esquilar a las ovejas, visitar la colmena, trabajar la huerta, vendimiar, un paseo a caballo, etc.
La huerta
"También seguimos el currículum del cole, hay que justificar las salidas, que tenga una parte educativa además de la lúdica. Aunque el curso pasado ya insistí en el juego, que es fundamental, y me parecía que lo habíamos dejado de lado porque todo tenía que ser formación", insiste.
"Quiero dejar esos recuerdos"
Todos los niños se quejan del mal olor en la cuadra de las vacas, pero a Gracia le transporta a sus viajes de niña a Santander, cuando el olor a mar también se fundía con el de las reses pastando. "Yo quiero dejar esos recuerdos en los niños, y cuando preparo a los monitores es lo que intento inculcarles", afirma.
Gracia continuará dejando semillas en forma de recuerdos en los niños, ya sea el sonido de la leche que cae en un cubo metálico en el que ordeñar, el tacto no tan suave como se creía de un corderito, el crujir de la paja bajo los pies o el olor de una cuadra.
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