Reconocen así el trabajo del que ha sido cuatro décadas presidente de la Federación regional de Centros de Inciativas Turísticas
Apoteosis del Barcelona, desolación del Atlético
En el minuto 91 y medio, ya con el 2-2 en el marcador, después de levantar el Barcelona un 2-0 en contra, Lamine Yamal probó suerte con un tiro que rebotó en Reinildo Mandava y batió a Jan Oblak para el 2-3 entre la desolación del Atlético de Madrid y la apoteosis del Barcelona, que aún aumentaría el castigo con el segundo gol de Ferran Torres, para ser líder y favorito de LaLiga, incluso con un partido menos.
Ya antes había igualado un 2-0 en contra en apenas seis minutos, cuando se levantó con un zurdazo de Robert Lewandowski y un testarazo de Ferran Torres, niveló un partido perdido y frustró al Atlético de Madrid, ganador ferviente hasta entonces, por medio de Julián Álvarez y Alexander Sorloth, sin intuir que todo iba a ir a peor. Con el 2-3 de Lamine Yamal y el 2-4 de Ferran Torres. Hasta la diferencia particular le corresponde al Barça.
El Atlético se queda a cuatro puntos del Barcelona, que son siete si gana su duelo pendiente ante Osasuna, y del Real Madrid. El conjunto azulgrana sostiene la iniciativa. Y eso son palabras mayores, en un duelo como el del Metropolitano, en el que encadenó su séptimo triunfo, con la reacción del segundo tiempo, con carácter y talento. Ganador.
El inicio fue del Barça. Cuarto de hora. Un 70 por ciento de posesión. Y la amenaza de Lamine Yamal, futbolista superlativo, extremo desbordante. La sensación diferencial en su equipo y la inquietud constante en su adversario, protegido el Atlético por la velocidad de Reinildo y las ayudas de Lino, aliviados todos en el conjunto rojiblanco cuando su primera ocasión se perdió fuera, pero sobre todo cuando decayó su poder con el balón.
Su pared con Raphinha fue una demostración de todo el talento que suma el Barcelona. Nadie alcanzó a interponerse en el Atlético. Por el vértigo, por la precisión, por el instante en que ejecutan cada idea cuando combinan ambos jugadores. Cuando remató con la derecha, con efecto, al poste contrario, silenciado el Metropolitano. Rozó el palo.
Ahí casi se quedó el conjunto azulgrana en el primer tiempo, aunque más de media hora después un zurdazo de Lewandowski lo repelió el larguero, aún con 0-0. Pero ya dentro el creciente partido del Atlético, que lo pasó mal al principio, devorado por la presión del Barcelona, entre la calma que reclamaba con sus brazos Diego Simeone con insistencia, hasta que se ajustó en el terreno, se posicionó mucho mejor y se sintió capaz de replicar.
Y de aproximarse al partido que quería, firme en su defensa, reducidos los espacios para la imaginación y los espacios a los que mejor juega el Barcelona y alejados Lamine Yamal y Raphinha de las condiciones que mejor promueven sus regates, sus pases y su visión de juego. Demasiado lejos del área.
Un éxito del Atlético, que, además, reaccionó en cada línea, desde el poderoso encuentro de Pablo Barrios, con suma naturalidad y madurez, y desde cada interacción del equipo con Julián Álvarez, un delantero total, formidable.
Y golpeó. En el enésimo balón en largo de Oblak, tan preparado por Simeone, siempre a la búsqueda de la anticipación con la testa de Reinildo en la banda izquierda del ataque del Atlético, revolvió el duelo.
Al cabezazo le dio continuidad el desmarque de Griezmann, la aparición a toda velocidad por el lado derecho de Giuliano, el pase cruzando todo el ancho del francés hacia el argentino, que regaló el gol a la llegada de Julián Álvarez.
El vigésimo tercer gol de la temporada del atacante argentino. Un golazo en cinco toques y 13 segundos. Del saque de Oblak al testarazo de Reinildo, al pase de Griezmann con la izquierda, a la asistencia de Giuliano con la derecha y al remate final de Julián Alvarez. No hubo fuera de juego del francés porque se quedó anclado Íñigo Martínez. No fue la primera vez que le ocurrió en el encuentro. 1-0 para el Atlético. 35 por ciento de posesión.
Necesitaba mucho más el Barcelona. Más como colectivo, más de Lamine, de Raphinham, de Pedri y Casadó -sustituto de De Jong, indisponible a última hora-, de Dani Olmo... La 'reaparición' de Lamine, allá por el minuto 50, provocó el susto del Atlético, de nuevo ajustado su derechazo, de nuevo fuera, esta vez por más que antes, entre la responsabilidad absoluta con el balón de su equipo.
El Atlético lo tenía claro. Desgastado como estaba del derbi contra el Real Madrid del miércoles (repitieron nueve en la alineación inicial, con las excepciones de las novedades de Le Normand y Lino), por delante en el marcador, enfrentado a un equipo como el Barça, compactó su repliegue atrás, se multiplicó y se lanzó al contragolpe, a las carreras de Julián Álvarez, con un córner directo al larguero, y Giuliano Simeone, un claro peligro.
Eso sí, el Barcelona empujó al Atlético cada vez más atrás, más agobiado, más al filo de cualquier detalle. Lo detectó Simeone. El cambio fue lo extraño. No la sustitución de Lino por Gallagher, esperada; sí la elección del reemplazo elegido para dar entrada a Sorloth. En lugar de Griezmann, optó por Julián Álvarez. No le gustó al público. Hubo murmullo.
Fue precisamente el atacante noruego el ejecutor del 2-0, ya por el minuto 69, en uno de esos balones largos, en este caso de Barrios, que dinamitan la defensa del Barcelona cuando no está tan ajustada como debería. Gallagher corrió y asistió a Sorloth, que remachó solo en el área.
¿La sentencia? No. Y mucho menos contra el Barcelona, que contestó a la siguiente jugada, con el zurdazo de Lewandowski inalcanzable para Oblak. El 2-1. Mucho partido por jugar. Más aún por sufrir para el Atlético. En el minuto 77, seis después del tanto del atacante polaco, el trigésimo quinto de su temporada, el conjunto azulgrana fue aún más allá, indetectable Ferran Torres para anotar de cabeza el 2-2, Es el Barça. Capaz de todo.
Y aún más, cuando el partido parecía un empate, ya en el minuto 91, Lamine Yamal se alió con el rebote en Reinildo para culminar la remontada. La apoteosis del Barcelona. La celebración final fue una expresión poderosa de la importancia de su victoria. La incredulidad del Atlético, de la desolación. Aún recibió el 2-4 de Ferran Torres. Ya apenas le queda vida en LaLiga al equipo rojiblanco. El Barcelona parece ya inalcanzable para él.