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Una hora en el Patio Herreriano

Ágreda nos trae, un lunes más, su crónica cultural en 'Palabras contra el olvido'

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Una hora en el Patio Herreriano
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Universo Ferrant. Asociación de Colección Arte Contemporáneo. Patio Herreriano. Salas 6 y 7. Hace un calor sofocante, así que lo mejor a esta hora de la mañana es dirigirse hacia el Herreriano. Este verano se ha convertido en un refugio. Antes te das una vuelta por los jardines de la Plaza del Poniente para ir "calentado".

Disfrutar del paseo entre los árboles de la plaza y cultivar el intelecto son actividades que están más estrechamente relacionadas de lo que en un principio cabría imaginar como bien nos recuerda Santiago Beruete en su estupendo libro Aprendívoros. El cultivo de la curiosidad. Entras en las Salas 6 y 7 y esto está lleno de metáforas.  Hay muchos cuadros, pero esta mañana he venido a ver exclusivamente un cuadro de Maruja Mallo que se llama Oro, pintado en 1951.

Este cuadro lo primero que ofrece al visitante es un respiro y una huida del verano atosigante que estamos viviendo. Y sobre todo hay un silencio en la sala que no sabe uno a quien agradecérselo. Cuentan que Bernini se quedó mirando unos paisajes de Poussin y, descolgando uno para acercarlo a una ventana para verlo mejor, hizo un elogio extraordinario-

"Qué silencio"

En esta sala se está estupendamente. El cuadro de Maruja Mallo te interpela y te hace pensar en otra cosa. Este silencio de convento te facilita, te invita a internarte por otros atajos, por otras cunetas, te invita a ir por los "atrases" por los márgenes. La gente cansa. Mi mirada se siente atraída por esta figura de ojos saltones.

Parece que no te mira, pero está mirando. Absorta en sus pensamientos se diría que está pensando en lo que la viene encima. Sus rasgos de moneda antigua están como incrustados en la pared blanca. Solo muestra la mitad de su rostro, el cuello y el peñasco de su hombro. Lleva la pena y la alegría en su mirada. He pasado más de una hora mirando en esta sala cuadros, hay muchos que necesitarían "dos pipas" como dice Sherlock Holmes cuando el caso es complicado.

Tomo el camino de vuelta por la calle de la sombra. Valladolid es una ciudad llena de zonas verdes y puedes llegar a tu casa sin pisar la acera del sol. A mitad del camino me acordé de aquellas palabras sabias de Marco Aurelio. "Ama aquello a lo que regresas". Estuve a punto de comprar un spray y escribirlo en la parada del autobús. Pero no lo hice.

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