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El testimonio de padres adoptivos en Valladolid: "Para nosotros no hay diferencias entre nuestro hijo biológico y adoptado"
Al matrimonio de Marcos y Blanca le entregaron en adopción un niño de origen vietnamita cuando su hija biológica tenía un año y medio
El 12 de julio de 2010 España celebraba la victoria del mundial de fútbol. Ese mismo día, a más de 10.000 kilómetros de distancia de España y Johannesburgo, la ciudad sudafricana donde se jugó el mundial, Marcos Benito y Blanca González adoptaron a Miguel Quang, en Vietnam. "Nos entregaron a nuestro hijo el día que era nuestro aniversario de boda. Menudo regalo de aniversario", recuerda ella con alegría.
Pasaron de ser dos a ser cuatro casi en un abrir y cerrar de ojos. A su hija biológica, cinco meses mayor, le llegó un hermano "mellizo" desde Vietnam cuando ella tenía casi un año y medio. Han pasado doce años desde que una llamada telefónica completó la familia.
Blanca mira a su marido con complicidad. Recuerdan cómo fue el momento en el que les dijeron que Miguel Quang sería su hijo. "Estábamos de vacaciones, ¿verdad?, en Galicia. Me acuerdo que estábamos saliendo de casa cuando llamaron. Y recuerdo apuntar en la mano el nombre del niño porque nos pilló en la calle y no teníamos dónde apuntarlo", rememora Blanca.
El matrimonio lo tenía muy claro, "queríamos ser padres", asegura Blanca. "En principio no había ningún problema para tener hijos, pero no venía. Entonces decidimos empezar esta otra vía en 2005", explica. El primer miedo llegó con la elección del país. "Entonces dices rasgos asiáticos, a saber si va a tener rechazo por ese motivo", dice. Por eso, comenzaron su proceso en Kazajistán, pero les bastó una conversación con una persona que había adoptado ya allí para descartarlo. "Te quedas un poco diciendo cómo voy a adoptar allí sabiendo que hay toda esta mafia detrás", aclara. Después, cambiaron su expediente a la India, pero una mujer les dijo que ya tenía asignada a su hija y aun así tendría que esperar dos años para ir a recogerla. "Sabiendo que es tu hijo, ¿vas a estar dos años esperando?", se pregunta Blanca.
Su penúltima decisión fue China por vía ordinaria, es decir, niños sanos, pero los tiempos de espera habían comenzado a aumentar. "Cuando nos enteramos de que abrían para Vietnam, pues echamos los papeles para allí", concluye. "Echamos rápido, el primer día, cuando abrió el país", precisa Marcos.
"Es exactamente igual ser adoptado que ser biológico"
La hija mayor no pudo acompañar a sus padres en el viaje a Vietnam. "Había sido una niña prematura, había tenido muchos problemas y nos dijeron que mejor no exponerla demasiado a ninguna enfermedad. De hecho, no la podíamos llevar a la guardería, ni nada", explica Blanca. Se quedó en España con los abuelos y cuando sus padres regresaron con su hermano "no quería saber nada de nosotros. Se daba la vuelta y se agarraba a su abuelo". Blanca cuenta que el primer mes tenían "muchísimos celos el uno del otro". Desde el día siguiente a su llegada a España su rutina era llevar a sus dos hijos "uno en un brazo, el otro en el otro, a todos los sitios".
Los dos han jugado y realizado actividades juntos "hasta que cada uno ha dicho me gusta más esto, lo otro". Blanca cuenta entre risas que la desventaja de que se lleven muy poco tiempo es que "no puedes decir 'no, que tú eres el mayor', tienes que ceder. Son iguales, como si fueran gemelos, pero peor".
Aseguran que es "exactamente igual ser adoptado que ser biológico. No hay ninguna diferencia para nosotros".
"Tenía un año, pero solo pesaba seis kilos"
Uno de los miedos más comunes entre niños adoptados interracialmente es la hora del baño. "Fue una odisea, no quería el agua", dice Blanca. "Como un gato", puntualiza su marido. También, puede haber problemas con la comida. "Nos dijeron que comía mal y de hecho tomaba unos biberones pequeñísimos". Miguel tenía un año, pero solo pesaba seis kilos.
Blanca y Marcos comparaban comportamientos entre sus dos hijos. Se dieron cuenta que gateaba muy bien, pero que cuando estaba tumbado no podía levantarse. "Y nos pusieron ejercicios para aprender a levantarse, que cogiera fuerza en el cuello... Luego fue empezando a comer y ahora es más alto que yo, sigue siendo un espárrago, pero vamos, ya está sanísimo", ríe ella.
Alicia y su marido, que tienen tres hijos adoptados, también tuvieron problemas con la comida y Eiden, el hermano mediano que llegó de Vietnam. "Creo que había pasado tanta hambre mi pobre que se comía todo lo que había en la mesa. Tuvimos que controlar las cantidades que poníamos para que él comiese de más, pero no llegara a empacharse y ponerse malo", explica Alicia.
Destaca que en Vietnam se asustaba por todo. "Oía las motos y se asustaba, veía pasar una bicicleta y temblaba, se caía algo al suelo y se asustaba". En ocasiones, los niños que han vivido en un orfanato no han tenido apenas contacto con el exterior.
Hay preguntas para las que la familia no conoce la respuesta
La búsqueda de orígenes no se refiere solamente a encontrar a la madre biológica. Este proceso integra posibles hermanos biológicos, idioma natal, costumbres y celebraciones del país de origen, etc. "Nosotros, como sus padres, debemos empezar a recabar toda la información sobre su origen desde el principio, en el mismo viaje, para que ellos puedan tener la mayor información posible para que, si de mayores quiere, puedan iniciar una búsqueda", cuenta Cristina, madre de tres niños de origen chino.
Miguel Quang, tal y como dicen sus padres, nunca ha sido de "contadme más". Reconocen que hubo una temporada en la que se interesó más por su origen, por la cultura vietnamita, comida de allí y por preguntas para las que, desgraciadamente, su familia no conoce la respuesta. Por ejemplo, Miguel se pregunta por qué le dejarían. "Le decimos que realmente no lo sabemos, suponemos que es que no le podrían cuidar y decidió que para él era mucho mejor buscar otra familia", explica Blanca.
Alicia afirma que sus hijos "conocen sus historias desde el principio, lo que nos van preguntando se lo vamos contando, siempre adaptado a su edad". Utilizan cuentos, libros para adultos y conversaciones con otras familias. "Hay veces que te hacen preguntas curiosas como: 'mamá, estoy pensando, si no me has tenido en la barriga, entonces ¿tú qué madre eres?'. Son cosas que tienes que estar preparada para contestar".
A ella y a su marido siempre les ha atraído el mundo asiático. "Cuando llegó Eiden de Vietnam lo bautizamos, pero todos vestidos con los trajes típicos de Vietnam", recuerda Alicia. Celebran el Têt (año nuevo vietnamita) y mantienen pequeñas tradiciones como regalar a los niños sobres rojos con dinero dentro. "Pequeñas cositas porque su origen es Vietnam" y no quieren olvidar su esencia.
Marcos y Blanca han acudido a dos fiestas de la Embajada de Vietnam en Madrid y todos los años se reúnen con el resto de familias con las que fueron al viaje.
El hogar de Cristina no es una excepción. Durante cada Año Nuevo Lunar, la casa se viste de rojo para tener presente el país de origen de los niños. "Comemos comida china, adornamos la casa, la mesa y les hablamos mucho sobre lo que vimos allí, lo que visitamos, su historia... Creo que es muy importante mantener esa conexión", concluye Cristina.