carta del director

Semana Santa en Castilla y León: Patrimonio vivo que une fe, cultura y desarrollo

La Semana Santa que acabamos de vivir en Castilla y León ha vuelto a demostrar que esta celebración es mucho más que un acontecimiento religioso. Una vez más, nuestra Comunidad se convirtió en un referente nacional e internacional, atrayendo a miles de visitantes que encontraron en nuestras calles un legado cultural, artístico y espiritual de enorme valor. A pesar de las inclemencias meteorológicas, las procesiones salieron adelante con ejemplar organización y una participación masiva que reafirma la vitalidad de esta tradición.

Celebraciones como las de Valladolid, Zamora, Salamanca, León, Medina de Rioseco o Medina del Campo —todas ellas reconocidas como de Interés Turístico Internacional— volvieron a llenar plazas y templos, consolidando a Castilla y León como uno de los grandes centros de la Semana Santa en Europa. La respuesta del público, el compromiso de las cofradías y la emoción compartida por vecinos y forasteros hicieron de esta edición una experiencia inolvidable.

Más allá de la fe, la Semana Santa dejó una profunda huella económica. El sector turístico registró altos niveles de ocupación, la hostelería vivió jornadas de intensa actividad y el comercio local experimentó un notable impulso. Esta conjunción de tradición y dinamismo demuestra que nuestras celebraciones no solo conservan el pasado, sino que también generan presente y futuro.

La riqueza artística de los pasos procesionales, el silencio solemne de las calles, la música sacra y el esfuerzo de miles de personas han vuelto a poner de manifiesto el valor incalculable de este patrimonio vivo. La emoción con la que se vive la Semana Santa en nuestros pueblos y ciudades no es fruto del azar, sino del trabajo constante de generaciones que han sabido transmitir un legado que merece ser protegido.

Preservar esta tradición no es mirar atrás, sino mirar lejos. Las instituciones, las cofradías y la ciudadanía deben seguir colaborando para asegurar que esta celebración continúe siendo motivo de orgullo, identidad y prosperidad. Castilla y León tiene en su Semana Santa una joya cultural, espiritual y económica que debemos seguir cuidando con mimo y responsabilidad.