Es absolutamente asombroso el debate de confrontación política que se ha abierto en España a consecuencia de la DANA, sus efectos devastadores y la gestión de la crisis. Resulta intolerable que, en medio de una desolacion absoluta, desesperación, lamento por las pérdidas personales y materiales, el foco se haya desviado hacia quién empezó primero a ser más ineficaz, quién cometió el primer error o a quién se puede acusar mejor. Cuando las calles de los municipios afectados en la Comunidad de Valencia siguen impregnadas de lodo, todavía no hay luz ni agua, coches y enseres se acumulan desperdigados, todavía hay personas desaparecidas, lo más relevante es apuntar hacia un objetivo político al que fulminar, en una nueva demostración de que, desde el principio de esta situación, se ha estado jugando a un pulso de rentabilidades entre siglas, buscando un rédito de futuras connotaciones electoralistas.
El presidente Carlos Mazón ha cometido graves errores, desde el minuto uno de la situación. Eso es evidente. Ya que también su incompetencia se extiende a un Gobierno autonómico con consejeras absolutamente desacritadas con su propia línea de actuación. Es injustificable que la responsable de Justicia de la Generalitat reconozca que desconocía el funcionamiento del sistema de alarmas. Como tampoco se puede consentir que, en medio la desesperación más absoluta a la puertas de una morgue, se diga a los familiares que vuelvan a casa y que ya les llamarán del Juzgado. Esa falta de sensibilidad desacredita a estas personas a seguir un minuto más al frente de sus responsabilidades políticas.
La cacería contra Mazón no es más que una estrategia para equlibrar el tremendo impacto de las imágenes de un Pedro Sánchez humillado y huído a la carrera apaleado entre la crispación social mientras los Reyes aguataban el chaparrón de esa España que necesita explicaciones impregnada del barro del dolor. El presidente valenciano está absolutamente superado, pero es difícil no estarlo. También lo estuvo Sánchez cuando irrumpió la COVID e improvisaba estados de alarmas sucesivos para tener encerrado a un país entero mientras la cifra de muertos no se detenía y ese parón arruinaba a empresas y autónomos.
El Gobierno de España, su presidente, recibió en las calles de Paiporta el escarnio público de un 'Basta ya' escenificado en la angustia de personas que se han sentido abandonadas porque la DANA se convirtió en un duelo político dejando a un lado la urgencia de atender a la gente por encima de todo. Hoy, Mazón está supuestamente amortizado con total merecimiento por su ineptitud demostrada. Pero Sánchez sigue gobernando con una incierta fecha de caducidad, avalado entre otras cosas porque la oposición no entiende cuál es su papel ni cuándo es su momento.