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Preguntas y medios

Gabriel Rufián le preguntó a Pedro Sánchez en la última sesión de control que cuánto podría durar esta Legislatura. Curiosa cuestión para un presidente que volvió del verano con un mensaje claro sobre la perdurabilidad de su Gobierno, "con y sin apoyos", insistiendo en su idea de agotar el mandato a pesar de todas las piedras que se encuentra en su camino, escenificadas en la acumulación de derrotas parlamentarias.

El presidente se aferra pero es evidente que en su interior le debe aflorar una cuestión fundamental. "¿Me pregunta esto a mi Rufián?" ERC ayuda a mantener con sus votos el difícil conglomerado que ha montado Pedro Sánchez a modo de sombrajo para darle cobijo a una suma de voluntades que le sirvieron para ser investido pero que, salta a la vista, se antoja imposible de manejar porque se aglutinan demasiadas ideas variopintas en grupos parlamentarios que no tienen nada en común, salvo el interés de apoyar al PSOE a cambio de determinadas y concretas concesiones.

La legislatura durará hasta que la conclusión sea palmaria en el Congreso de los Diputados. La meta final es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, pero los aliados de Sánchez ya han empezado a poner precio y han lanzado determinados avisos rechazando votaciones que han mostrado la fragilidad del PSOE. Si no hay presupuestos será difícil continuar, aunque siempre exista la posibilidad de prorrogarlos. Pero sería insostenible para un Gobierno mantener un discurso de construcción de proyectos si sus compañeros de viaje están dispuestos a bajarse en la primera parada.

En medio de las dudas sobre la fecha de caducidad de este Gobierno, Pedro Sánchez ha lanzado las líneas maestras de su idea de regeneración democrática señalando directamente a los medios de comunicación. El presidente quiere acabar con lo que denomina pseudomedios que, traducido a un lenguaje básico, apunta a aquellos periódicos del ámbito digital que han atacado a su entorno, especialmente con las publicaciones referentes a su esposa. Aplaudimos la idea del presidente de aportar transparencia, trazabilidad empresarial o lo que quiera sobre las estructuras de los medios de comunicación. El presidente debería entender que somos empresas, como miles de diferentes sectores, sometidas a los habituales controles de Hacienda, que presentamos resultados anualmente y que basta con acudir al Registro para conocer la composición del accionariado. No hay problema en admitir estas nuevas reglas del juego si finalmente consiguen implantarse. Pero la cuestión es que detrás del envoltorio está el propósito de controlar o amedrentar con la publicidad institucional del primer inversor en los diferentes formatos de prensa, que es el Gobierno.

La prensa tiene, tenemos, un cometido social que forma parte de las garantías que ofrece nuestro régimen democrático y constitucional. Y somos generadores de empleo estable. La publicidad institucional, quizá no lo conozca Sánchez, no llega para todos los medios ni siquiera proporcionalmente. Y si hablamos de los medios con etiqueta autonómica o provincial las distancias son todavía más flagrantes. Si ese impulso a la regeneración pasa por equilibrar esas diferencias con aquellos que cumplimos escrupulosamente con todos los requisitos, bienvenida sea. Pero que no nos quieran camuflar este propósito pseudoinquisidor con mensajes de advertencia. A estas aturas de nuestra democracia, eso ya no cuela.