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Por Jesús Antonio Zalama Collantes

Sexy Zebras


Se acusa asiduamente de ser un hipócrita al animal de festival. Sinceramente, viendo la panda de gilipollas con los que suelo juntarme para acudir a ellos, no me extraña. Se culpa al mamífero de cachi a doce euros de ser muy alternativo hasta que escucha El viaje de Copperpot y de, a la vez, criticar a cualquier grupo por volverse demasiado mainstream (algún día habrá que elaborar un diccionario de términos comunes).

No voy a ser yo menos (faltaría más, pocas personas manejan un ego más grande que aquel al que le dan un espacio para soltar alegremente sus chorradas); voy a practicar aquí un ejercicio de incoherencia que solo un moderno con pies de barro podría llevar a cabo: voy a alabar el giro hacia lo más comercial de Sexy Zebras solo una semana después de llorar como un payaso por cómo los festivales se han convertido en algo demasiado apegado a los dictámenes del márquetin.

Volvamos a la selva; Caníbales, Vagabundos; Hola, somos los putos Sexy Zebras; La polla; Salvajes; El semental; Hijo de puta; Sexo y marihuana; Quiero follar contigo; Crazy, Canción de mierda... Estos son los nombres de los álbumes y algunas canciones del grupo que hoy nos atañe. Buenos amigos de nuestro queridísimo Sean Marholm (un abrazo, no queremos una noche sin ti). Tocan medio desnudos y son unos greñudos y unos pintas de puta madre. Carne de cañón para los reventaos que se quedan hasta más de las dos, ya sea haciendo trampas o buscando hacerlas. En definitiva, algo bastante alejado del ukelele, las camisas de flores y los mensajes prefabricados de la industria neoliberal que fagocita a gente que toca la guitarra y canta.

Vayamos ahora a su último disco, Calle liberación. ¿Se han liberado convirtiéndose en algo más "escuchable"? Ponerle un temazo como París o un himno festivalero como Bailaremos a una persona de tímpanos dulces puede ser demasiado arriesgado, así que la distorsión de las guitarras y la no necesidad de que la voz esté por encima de todo siguen ahí.

Sin embargo, hay contrapuntos. En O todos o ninguno los putos Sexy Zebras se nos ponen pop o algo parecido, pero sencillo. Y da igual, vuelve a ser otro tema que se coloca entre sus mejores. Nena, Tonterías y Jaleo son el equilibrio en este sentido dentro del álbum y quizás por eso sean las más conocidas o sus singles. Me da rabia hablar de canciones destacadas en un disco que entendido como una unidad debería aupar a Sexy Zebras, mínimo, a la segunda línea del frente de cualquier festival veraniego.

Ni hace un mes parecen haber dicho: "Que os jodan, hijos de puta". Han vuelto por sus fueros más internos con Charly García. Tienen que estar hasta las pelotas de ver cómo ni adaptándose a lo convencional logran echar del cartel a auténticos dinosaurios petrificados (por el hielo del Intro Music Festival, por ejemplo). Probablemente esto se la sude, pero da mucho por el culo que un grupo y un álbum como Calle liberación no puedan ir más allá. Es un trabajo para conquistar el mundo y Tonterías no llega ni al millón y medio de reproducciones en Spotify. ¡Malditos hijos de perra, escuchad a estos tipos!

PD: como marca del quiero y no puedo, he intentado que el estilo de los párrafos anteriores reflejara el de la banda a la que van dedicados. Como señal inequívoca del fracaso, lo tengo que puntualizar aquí. En cualquier caso, son solo palabras, palabras, palabras...