El origen de la frase no sé en quién recae, pero para todos aquellos que pasamos cada año unos días a mediados de agosto en Aranda de Duero, el famoso mantra de "La vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama" es tan acertado como repetido. Tomando esto como válido, nos encontramos ahora en periodo vital y, también para algunos arandinos, de vendimia.
En la viticultura, como en cualquier orden, para recoger hay que sembrar. Una vez pasada la resaca del 25 cumpleaños del Sonorama Ribera y de tantísimos festivales, es momento de hacer una pequeña reflexión sobre lo que ha supuesto este año de reencuentro con ellos. Este blog tendrá el objetivo de acercarles música de la escena indie española (ya que la música indie no existe, por muy útil que sea la etiqueta), pero servidor creía necesario comenzar la casa por el tejado, y si esta escena tiene una casa son los festivales; y si un festival es casa, ese es el Sonorama.
"Nunca habíamos visto el pueblo así en 25 años", declaró Javier Ajenjo, director del evento, para El Norte de Castilla el 14 de agosto. No se puede hacer otra cosa que compartir al 100% sus palabras, pero los matices son importantes. Vaya por delante que cualquier lectura que se haga del Sonorama Ribera 2022 debe llevar la palabra éxito por delante: éxito de asistencia, de cartel, de actividades? Sin embargo, ver el pueblo como nunca también tiene su parte negativa.
El 16 de agosto, solo un día después de que Ajenjo declarara para la Cadena Ser que "va a ser imposible desahogar el centro de Aranda", quien escribe publicó un hilo en Twitter relativo a este tema y que tuvo con una repercusión moderada, sobre todo teniendo en cuenta que no soy voz autorizada en prácticamente nada y que toda opinión que dé parte de un gran desconocimiento de la música y de un nivel usuario de Spotify. En ese hilo de Twitter, me lamentaba de no haber podido ver a grupos como Ginebras, Arde Bogotá o Niña Polaca en la famosa Plaza del Trigo por la cantidad de gente que la abarrotaba. Esto no es nuevo, pero la masificación vivida en 2022, tanto en el pueblo como recinto, sí es de récord.
Dentro de los cerca de 140.000 asistentes, según estima la organización del evento, había mucha gente que acudió por el simple hecho de disfrutar varios días de una grandísima fiesta, acto más que legítimo, pero que entorpece el acceso a la música y a la cultura de aquellos que sí estamos realmente interesados en ella y que durante todo el año la disfrutamos y pagamos en otros festivales o en salas de conciertos. Es por ello que, en el ya mencionado hilo de Twitter, y a través de las respuestas de bastantes usuarios que expresaban su acuerdo con mis reflexiones, surgieron varias propuestas para tratar de solventar, en la medida de lo posible, este tema.
Una solución podría pasar por mover los conciertos de la Plaza del Trigo a un recinto autónomo y cerrado como podría ser la Plaza de Toros. Esto acabaría en gran medida con el romanticismo de la mítica plaza arandina y quizás no la aliviara de pistolitas de agua, pero sí podría hacer que los realmente interesados en los grupos que actúan fuera del recinto pudiéramos acudir a sus conciertos. Muy probablemente, esta medida acarrearía la compra de un abono a mayores para este evento y, a buen seguro, tendría sus detractores.
¿Y cómo se traslada esta situación a otros festivales de la escena de la música independiente española? La doble cara de estos eventos, que se manifiesta entre personas que acuden a una fiesta prolongada y personas que acuden a un festival de música, es clara. ¿Hacia dónde debe conducirse este barco que empezó siendo un velero y se va convirtiendo en un transatlántico? Evidentemente, la deriva no nos va a llevar en ningún caso a que dentro de unos años Netflix emita un documental titulado 'Capital Fest 2025' como si del 'Woodstock 99' se tratara, pero hay problemas que deben ser afrontados.
Por cariño, por conocer a los organizadores y por ser el mejor festival de todos, Sonorama Ribera debe marcar su propio camino y, a la vez, el de otros tantos. Si alguien puede dar solución a la masificación son ellos, la gente de Artdetroya, porque no los hay ni más capacitados ni más motivados que ellos para hacerlo. En este periodo de vida que vivimos entre edición y edición, tienen la responsabilidad de seguir haciendo que los mejores días del año los sigamos viviendo en Aranda de Duero, y estoy seguro de que lo volverán a hacer posible.