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Los lunes al sol

Por El Viudo

Dos coletas


Que morían en dos coleteros rojos. Un sándwich a medio comer y un plátano que descansaba al lado de la muñeca. Ella hablaba con ella. La contaría algo de la guardería supongo.

El padre a dos metros hablaba con otro padre. Quizá de lo pesado que se pone Vadillo con el soterramiento. Puede que de la tomadura de pelo a lo que suena lo de Swich. Del divorcio de los podemitas con el ?chulangano? de la Moncloa. De que como todo siga así se van  a jubilar a los setenta y cinco años. De la mierda que supone escuchar que a una niña de once años la fuerzan y la graban para compartir en redes la agresión. De los nuevos propietarios de la plaza de toros, que quieren intentar de una vez que los
toros sean lo más importante de la fiesta. 

A cinco metros de la princesa un grupo de chicas no hablan, no levantan la mirada de unas pequeñas pantallas en las que los dedos marcan compulsivamente un teclado sin teclas.

Lo que daría por acercarse por detrás al banco y escuchar a la pequeña su homilía a su compañera de plástico de pestañas perfectas.

No hay guerra en Ucrania, no hay inflación, no saben que nos visita la Reina esta semana, no hay bandera que defender el 8M, no saben que es una urna ni una papeleta.

El hombre que la mira y observa, daría una fortuna por poder hablar con ella, pero ya se debe de ir. En la residencia se cena pronto y la mujer que lleva en la silla se empieza a quedar fría. Ya no se puede hablar con quién no conoce, mejor así para no sufrir.

En la mesilla de la habitación 103 hay una botella de agua un vaso una cucharilla una lámpara y un marco de fotos. En blanco y sepia con los bordes dentellados hay una imagen de una niña sentada en un banco de una plaza. Descansa en sus brazos una  muñeca de porcelana con un vestidito blanco y DOS COLETAS.