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Cuaderno de bitácora

Por Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria

Diana de Poitiers bebiendo oro para mantenerse bella


Diana de Poitiers es una mujer legendaria del Renacimiento francés, por sus increíbles belleza, riqueza e influencia. Lana Turner la encarnó en el cine en 1956 e Isabelle Adjani en 2022. Se han dicho muchas cosas sobre ella, la mayoría falsas, pero ha ejercido tal fascinación, que ha entrado de lleno en el imaginario popular y cinco siglos después, aún no ha sido olvidada.

Casi cualquier afirmación sobre ella hecha por un historiador parece abocada a ser puesta en cuestión por otro. Sobre su fecha de nacimiento hay diversas hipótesis, aunque probablemente haya sido justo antes de la medianoche del 31 de diciembre de 1499 en el castillo de Saint Vallier. Al contrario de lo que indica su nombre, su familia era originaria de Drôme y ya no tenía ningún vínculo activo con Poitiers, salvo contar entre sus ancestros con los condes de dicha población.

Su padre, Juan de Poitiers, conde de Saint-Vallier y vizconde de Estoiles, era un excelente cazador y eligió para su hija el nombre de la diosa romana de la caza, cuyos atributos asimilaría ella como símbolos propios más adelante.

Diana provenía de un linaje que mantenía relación con la Casa Real francesa. En ese contexto, al perder a su madre con solo seis años, la princesa Ana de Francia se encargó personalmente de darle una educación refinada, consiguiendo que leyese latín con siete años y griego con nueve, y alcanzada la pubertad, organizó el enlace de una Diana adolescente con Luis de Brézé, gran senescal de Normandía, un viudo 40 años mayor que ella, nieto del rey Carlos VII y su amante Agnès Sorel. Entre los invitados a los esponsales, celebrados en el Hotel de Bourbon de París el 29 de marzo de 1515, se encontraban los monarcas.

Tras su boda, Diana se convirtió en dama de honor de las dos esposas sucesivas de Francisco I, las reinas Claudia de Francia y Leonor de Habsburgo, así como de la madre del soberano, Luisa de Saboya.

El matrimonio, a pesar de la gran diferencia de edad, congenió y formó un hogar acomodado en el que nacieron dos hijas: en 1518 Françoise (bautizada así en honor al rey) y tres años más tarde Louise (llamada de este modo por su padre). La familia pasaba temporadas en Anet, una de las poblaciones pertenecientes a los señoríos del marido, donde este poseía una antigua mansión; un lugar próximo a bosques ricos en caza, la actividad favorita de su propietario, y allí en ocasiones les visitaba el rey Francisco, igualmente gran aficionado a la cinegética.

Una historia que siempre ha circulado afirma que, cuando el padre de Diana de Poitiers fue condenado a muerte por haber participado en una conspiración, ella se convirtió en amante de Francisco I para conseguir librar a su progenitor de la pena capital, que iba a ser ejecutada el 17 de febrero de 1524. No hay pruebas fehacientes que permitan decantarse definitivamente a favor o en contra de esa versión; lo único cierto es que la sentencia fue anulada.

También se dice que la amante habitual del monarca, Ana de Pisseleu, celosa de Diana, extendió rumores de que su extraordinaria belleza y apariencia de juventud se debían a la práctica de brujería, lo que en ese momento habría acarreado a la acusada consecuencias muy graves. Aunque en realidad, el secreto de Diana era su estilo de vida saludable, extraordinario para sus coetáneos, moderno en comparación. Era deportista, nadaba y practicaba equitación. Se levantaba y acostaba muy temprano, se bañaba con hielo, comía moderadamente y dormía siesta.

Cuando su marido Luis de Brézé murió en Anet el 23 de julio de 1531, Diana quedó sinceramente apenada. Permanecería viuda de por vida, adoptando para siempre el color negro en su atuendo, que sería característico de ella y, hábilmente diseñado, le proporcionaría gran elegancia. Construyó para su difunto esposo un magno mausoleo en la catedral de Rouen, la capital normanda, en el que grabó un epitafio afirmando que siempre le había sido fiel. Diana guardó luto dos años y no regresó a la Corte hasta 1535.

La parte más conocida de la biografía de Diana son sus amores con el segundo hijo de Francisco I, el príncipe Enrique, que por la muerte inesperada y prematura de su hermano primogénito llegaría a ser rey de Francia. Ambos príncipes, siendo de corta edad, pasaron cautiverio en el castillo de la localidad segoviana de Pedraza entre 1526 y 1530, como rehenes de España para garantizar que su padre cumpliría con lo acordado en el Tratado de Madrid.

Se ha afirmado que Diana besó en la frente al joven Enrique cuando partía a su infausto destino, e incluso que fue parte de la comitiva que lo acompañó hasta nuestro país; y que el recuerdo que dejó en él resultó indeleble, hasta volverse a encontrar cuando ella llevaba siete años viuda, convirtiéndose en amantes a pesar de separarles casi veinte años y de que él estaba casado con Catalina de Médici. Enrique adoptó el color negro de Diana como guiño público de quién era la poseedora de su corazón, para oprobio de Catalina. Además, la nombró institutriz de sus hijos.

La costumbre de los soberanos galos entonces era crear un anagrama con sus iniciales y las de su reina, para poner como decoración en los edificios regios; pero al unir la H (Enrique en francés es Henri, con H) y la C de Catalina, el resultado formaba ingeniosamente la D de Diana.

Enrique hizo construir un castillo para Diana en sus tierras de Anet, sobre la mansión gótica de Brézé heredada de su marido, siguiendo planos de 1548 del arquitecto real, Philibert de l'Orme, con decoración de los escultores Jean Goujon y Benvenuto Cellini. El magnífico portal de entrada luce la fecha de conclusión de la obra: 1552. Su dintel de mármol negro lleva inscrito: "Esta magnífica morada está dedicada por Febo a la bondadosa Diana, quien a su vez le agradece todo lo que ha recibido". En él, un relieve en bronce recrea a la Diana mitológica.

La maravillosa fuente marmórea de los jardines del castillo de Anet, que se conserva hoy incompleta en el Museo del Louvre, representaba a la diosa Diana junto a un ciervo y dos perros, y según la tradición la modelo habría sido la propia dueña de la finca. Es la única escultura del complejo que ha llegado hasta la actualidad. En el castillo de Anet se ha instalado una réplica.

Además, el monarca regaló a su amada el fabuloso castillo de Chenonceau, en el Valle del Loira. Allí ella levantó el llamado 'Jardín de Diana' y encargó al arquitecto de l'Orme extender un puente sobre el río Cher que conectaría el castillo con la orilla izquierda. Hoy, ese elemento es el más característico del monumento.

Al morir Francisco I en 1547 y sucederle su hijo Enrique II, Diana se tornó extremadamente poderosa. Fue la única amante real en la historia de Francia en tener una moneda acuñada con su imagen. Logró que su rival Ana de Pisseleu fuera expulsada de la Corte. Y también se ha afirmado que Diana era confidente y consejera de Enrique II en asuntos de alto gobierno, hasta el punto de apodársele "la más que reina".

La hija de Enrique, Isabel de Valois, se casó con el rey español Felipe II. Para celebrar los esponsales, se celebró un torneo el 10 de julio de 1559, en el que por un desgraciado accidente falleció Enrique II. Hay quien sostiene, en base a una cuarteta del célebre astrólogo Nostradamus, que éste predijo la tragedia poco antes de suceder.

Fallecido el monarca, la reina Catalina de Médicis quedó como regente durante la minoría de edad de su hijo Francisco II. Desposeyó a Diana del castillo de Chenonceau, aunque le entregó a cambio el de Chaumont-sur-Loire, y le obligó a reintegrar las joyas de la corona que le había ido regalando el difunto rey.

Diana, que sobrevivió a Enrique II siete años, pasó su última etapa en Anet. Dispuso construir allí una capilla funeraria para sí misma. En 1565, un año antes de su muerte, encargó el diseño a Claude de Foucques. El 26 de abril de 1566, Diana de Poitiers moría en Anet tras la caída de un caballo. Fue embalsamada y sepultada en la iglesia parroquial. La obra fue continuada por sus hijas y la capilla fue consagrada en marzo de 1577, siendo ya dueño del castillo su nieto Carlos de Lorena, momento en que el cuerpo de Diana era trasladado allí, a la magnífica tumba atribuida a Pierre Bontemps, con una figura de Diana arrodillada sobre un cenotafio de mármol negro.

En plena Revolución francesa, el 18 de junio de 1795, dos comisarios de Seguridad de Dreux acompañados de revolucionarios locales profanaron el sepulcro de Diana, encontrándola preservada como si hubiera fallecido el día anterior, acompañada de dos niñas, nietas suyas. Arrojaron los cuerpos a una carreta. Al entrar en contacto con el aire, los vestidos se ennegrecieron e hicieron girones. Dos mujeres del pueblo recogieron los restos y los transportaron hasta la fosa común del cementerio, al lado de la iglesia. El sarcófago de mármol negro se utilizó de comedero de cerdos en una granja cercana. El 1 de febrero de 1798 el castillo fue vendido en cuatro lotes.

En 1804, el propietario taló los árboles del parque y demolió con explosivos la parte central y el ala derecha del castillo. En 1811, la caída mortal de un trabajador en el lado izquierdo provocó una revuelta popular que paralizó la destrucción restante.

Exhumados en 2008 al pie del monumento conmemorativo de Diana de Poitiers erigido en 1884 junto a su ubicación en el cementerio, sus restos pudieron ser autentificados con pruebas de ADN a partir de un mechón de pelo transmitido de generación en generación. 215 años después, el 29 de mayo de 2010, Diana de Poitiers regresaba solemnemente a su capilla funeraria, con el rector de la catedral de Chartres presidiendo la ceremonia.

El pequeño ataúd de Diana de Poitiers y sus nietas, negro, con borde dorado y las medias lunas de su emblema en la parte superior, salió del cementerio en un carruaje tirado por dos caballos.  Un desfile, con representantes públicos y personas ataviadas con trajes de la época, recorrió la población, precedido por dos jinetes de la Guardia Republicana y la familia del actual propietario del castillo, Jean de Yturbe, y sus invitados, incluida la duquesa de Kent, entre aplausos de los vecinos.

Los científicos han identificado la causa latente de su muerte: los análisis de los tejidos y del cabello revelan una concentración de oro 250 veces superior a la normal. Diana ingería cada mañana una decocción a base de metales preciosos como elixir de juventud y forma de mantenerse blanca, el canon de belleza de la época, lo que la envenenó lentamente. Los estudios confirmaron asimismo una de las dos fracturas óseas que está documentado que Diana sufrió en vida.

El triunfo de Diana de Poitiers sobre su rival Catalina de Médicis llegó con el propio devenir de los acontecimientos. Tres hijos de Catalina ciñeron sucesivamente la corona de Francia, falleciendo los tres de forma temprana y sin herederos, por lo que el trono galo acabó residiendo en una nueva dinastía, los borbones. Eso motivó que entre los descendientes de Diana de Poitiers se encontrasen varios monarcas europeos, como Luis XVI de Francia o María Luisa de Parma, la reina esposa de Carlos IV de España, antepasada de nuestro actual rey Felipe VI.

Anet es hoy una pequeña localidad de 3.000 habitantes, en la que se pueden seguir las huellas de Diana de Poitiers hasta su precioso castillo, declarado Monumento Histórico en 1993 y abierto a los visitantes, que ha pertenecido a 27 titulares desde ella. Majestuoso, es el mejor emblema de su carismática impulsora, una mujer inteligente, amante de las artes y las letras, que finalmente logró su objetivo de alcanzar la inmortalidad.

Fotografías: Gabriela Torregrosa