Auguste (1862-1954) y Louis (1864-1948) Lumière, inventores del cinematógrafo, formaron una pareja de hermanos indisociable. Su increíble legado puede verse en el Museo Lumière, con tres plantas y veintiuna salas, ubicado en el Instituto Lumière, creado en 1982 por el nieto de Louis.
Se halla en el barrio Monplaisir de Lyon, en la elegante casa familiar de los Lumière, con techos ornamentados, una escalera monumental y un acristalado jardín de invierno. El edificio llamado Hangar du Premier-Film, en la misma calle del Museo, ofrece sesiones de cine diarias. Para los cinéfilos, aquí empezó todo.
En la Francia derrotada por Prusia en 1870, tras la revolución de la Comuna de París, para huir de peligros, el matrimonio de Antoine Lumière y Jeanne-Joséphine Costille abandonó la fronteriza Besançon y se asentó en la ciudad interior de Lyon.
Allí, Antoine abrió un estudio fotográfico en el centro. Atrajo a la burguesía exponiendo sus retratos en el escaparate, junto a un autorretrato con su cámara. Y para menos pudientes ofrecía fotografías de tamaño pequeño, por un franco la docena.
En Besançon nacieron sus dos primeros hijos, Auguste y Louis, que aprendieron a leer con los Viajes extraordinarios de Julio Verne. En 1877 se matricularon en la escuela técnica de La Martinière, donde, mediante férrea disciplina, se educaban futuros empresarios industriales. Mientras Auguste estudiaba medicina y biología, Louis aprendía física, química y piano en el conservatorio.
En 1881, con dieciséis años, Louis hizo pruebas para inventar la instantánea: el humo de una lumbre de rastrojos en el jardín, su hermano lanzando un cubo de agua, saltando sobre una silla o arrojando un palo al perro. Este hallazgo, divulgado en el Boletín de la Sociedad Francesa de Fotografía, suscitó admiración. Esta placa fotográfica de gelatina seca y bromuro de plata (proceso fotográfico instantáneo) trajo fama y éxito financiero familiar. Para fabricar y comercializar las placas, Antoine Lumière compró media hectárea en el número 25 de la rue Saint-Victor (hoy rue du Premier-Film), en el barrio de Monplaisir, fuera de los límites urbanos y sus impuestos sobre el carbón, el vidrio y los productos químicos. En una década, los Lumière construyeron la mayor fábrica de fotografía de Europa y crearon la marca de placas fotográficas 'Etiqueta Azul', el color de la caja. Para 1894, empleaban a 300 personas.
En 1883, convocaron la contratación de investigadores para sus laboratorios; aunque se presentaron universitarios, prefirieron técnicos de La Martinière.
Los talleres se extendieron a ambos lados del Cours Albert Thomas. Crearon la sociedad Antoine Lumière e Hijos. Del estudio a orillas del Ródano se mudaron a una villa modernista que bautizaron Château Lumière. La familia fue haciéndose hueco en la alta sociedad.
A finales de 1894, Antoine vio el kinetoscopio de Edison en París y animó a sus hijos a diseñar un aparato que tomara y proyectara imágenes en movimiento.
El 26 de diciembre de 1894, Republican Lyon informa: "los hermanos Lumière [...] están trabajando actualmente en la construcción de un nuevo cinematógrafo, no menos notable que el de Edison".
En pocos meses, produjeron un prototipo del cinematógrafo que era cámara, impresora y proyector, en un pequeño aparato de peso inferior a 5 kg, lo que facilitaba los desplazamientos. El invento más famoso de los hermanos Lumière fue este prototipo, el cinematógrafo 'n° 1', patentado el 13 de febrero de 1895. Permitió rápidamente la filmación, como demuestran pruebas probablemente de enero de 1895 (nieve en el suelo). La patente es conjunta de los hermanos Lumière como de costumbre, aunque el inventor fue Louis.
La salida de los obreros de la fábrica Lumière, primera película del cinematógrafo, es la primera vez que los hombres se filmaron a sí mismos, en Lyon, en marzo de 1895 (probablemente el 19).
El cinematógrafo era una caja de madera con un objetivo y una película perforada de 35 milímetros que se rodaba con una manivela para tomar las fotografías instantáneas que componían la secuencia de menos de un minuto y proyectarla sobre una pantalla. El primer prototipo de cámara accionaba la película por pinzas. Un segundo prototipo añade garras que entran en perforaciones para avanzar la película y transmisión del movimiento de la manivela por cadena, adición a la patente de 30 de marzo de 1895. Con éste se rodaron y proyectaron las diez películas en 1895.
Un público parisino restringido asiste el 22 de marzo a la primera proyección de la 'Salida de la fábrica' en la Sociedad Nacional de Fomento de la Industria, entre ellos el ingeniero Jules Carpentier. Hay otras 11 exitosas proyecciones en Francia (París, Lyon, La Ciotat, Grenoble) y Bélgica (Bruselas, Lovaina) con un programa más extenso durante 1895.
La primera presentación pública fue el 28 de diciembre de 1895 en el Salon Indien del Grand Café, en el Boulevard des Capucines (París) ante 33 espectadores. Por primera vez era un visionado en grupo, superando las limitaciones del kinetoscopio de Edison, de visión individual.
Recogían un plano estático, 'tomas de vista' de asuntos familiares y lugares de la ciudad. Los espectadores, cuando veían por primera vez La llegada de un tren a la estación, se echaban hacia atrás cuando el tren se acercaba temiendo que los arrollase.
Louis dijo: "el 28 de diciembre de 1895 nació el cine con la expresión: ‘He estado en una película’", la primera proyección de cine de pago, el cine como lo conocemos hoy. El público pagó un franco por ver durante 20 minutos 10 películas mudas de los Lumière, como La salida de la fábrica o El regador regado.
Ese primer cartel cinematográfico de la historia, del artista Henri Brispot en estilo belle époque, lo subastó recientemente online Sotheby's con precio de salida de 40.000 euros, alcanzando 178.000. Superó el récord del cartel de King Kong vendido en 2017 por 47.000. Muestra una multitud delante del café del Boulevard des Capucines —ahora Hotel Scribe—, vigilada por dos policías, mientras en primer plano, un guardia corta el paso a un cura. Las mujeres lucen sus mejores galas, los hombres, sombreros de copa y monóculos. Se lee 'Cinématographe Lumière', sin mencionar qué películas se proyectan.
Pronto se multiplicaron las proyecciones, alcanzando 2.500 espectadores diarios. "Ese espectáculo nos dejó a todos con la boca abierta, aturdidos y sorprendidos. Cuando terminó la representación, fue un delirio, cada uno de nosotros se preguntaba como habían podido obtener semejante resultado", escribió George Meliès tras asistir a la primera proyección.
El ingeniero Jules Carpentier trabajó con Louis Lumière la producción en serie, desde enero de 1896. Les urgía adelantarse a la competencia. La primera cámara de Carpentier se probó en octubre. Sufrirá modificaciones antes de que Louis Lumière ordene una serie de 200 unidades a fines de diciembre.
En 1897, el Cinematógrafo tendrá un modelo simplificado y menos costoso únicamente para proyección. Louis Lumière trabajó con Victor Planchon para fabricar películas con una emulsión derivada de las placas 'Blue Label', para no depender de proveedores extranjeros. La producción de rollos de película a principios de 1896 permitió imprimir copias para una segunda sala, en el número 1 de la rue de la République de Lyon. Comenzaría el rodaje y distribución a gran escala de películas.
En 1895 hubo solicitudes de compra del Cinematógrafo. Pero Lumière prefiere mantener el control sobre su explotación, estableciendo a principios de 1896 un sistema en que los concesionarios compran la exclusividad de las proyecciones en una ciudad francesa o extranjera. Sus operadores-técnicos recorrieron, en busca de imágenes, Francia y 31 países. A cambio del 50% de los ingresos, reciben en préstamo un Cinematógrafo, equipo de proyección y películas, y el personal formado en Lyon lo paga el concesionario.
Un antiguo alumno de La Martinière, Alexandre Promio, filmó la guardia y la armada reales españolas.
Al año siguiente, abandonan el sistema de concesiones, porque la lejanía geográfica dificulta centralizarlo desde Lyon, y porque la competencia debatió el monopolio de Lumière. Los equipos y películas se venden, primero a distribuidores y operadores que deseen instalarse por su cuenta, luego al público a partir de mayo de 1897. Se publican catálogos en idiomas con películas a la venta. Los hermanos Lumière abrieron un teatro para exhibir sus películas en París, en 1897.
El declive de la producción comenzó en 1901, cuando rodaron menos de 50 películas, de menos de un minuto. Proyecciones cinematográficas en Lyon cesó en julio de 1902, y en 1907 apareció el último catálogo de vistas, reedición del de 1905. A partir de entonces, el vínculo entre la compañía Lumière y el cine sería la producción cinematográfica.
Hay 1428 películas catalogadas y más de 600 no catalogadas. El cese de la producción conservó los negativos, mientras otras casas productoras los agotaron al aumentar el número de copias y reciclar cintas.
En 1896, los hermanos Lumière construyeron una gran casa gemela, que hoy ya no existe, a la derecha de la que Antoine construye en 1899, única que queda hoy con el Hangar, escenario de la primera película, Salida de la Fábrica.
Pero el cinematógrafo no fue el único recurso de los Lumière, que abrían otros horizontes. El 29 de diciembre de 1900, Louis Lumière patentó Photorama, fotografía panorámica para la reproducción completa del horizonte, 360° en un solo plano, y su proyección en una pantalla cilíndrica.
Era la culminación fotográfica del panorama, que el pintor irlandés Robert Barker patentó en 1787: los espectadores se colocan en una plataforma redonda y están en el corazón de un paisaje.
Procesos panorámicos anteriores abarcaban 180°, pocos permitían una panorámica completa. El sistema Lumière es el primero que rueda y proyecta el horizonte en proporciones gigantescas, más de 6 m de altura.
Pero operar la sala PhotoRama en rue de Clichy en París desde febrero de 1902 resultó demasiado caro, y cerró en primavera de 1903. Los Lumière entonces probaron otro camino.
La fotografía en color estaba fuera del alcance del aficionado: requería larga preparación, tomar tres fotografías idénticas superponiendo filtros de colores y largo tiempo de exposición. Los Lumière buscaban obtener una fotografía en color en un solo cliché.
Si sólo unos meses separan la patente cinematográfica y su producción, 4 años de pruebas tardó Louis Lumière en pasar de la patente del 17 de diciembre de 1903 para fotografías en color a comercializar las primeras placas en 1907, produciendo industrialmente 6000 diarias, utilizables en cualquier cámara.
La patente fue presentada en la Académie des Sciences el 30 de mayo de 1904. Miles de fotografías fueron tomadas en el mundo con este proceso que Louis Lumière consideraba su obra maestra.
El filtrado tricrómico de la placa Autochrome utilizaba una mezcla de millones de granos microscópicos de fécula de patata teñidos en tres colores primarios (rojo-naranja, verde y azul-violeta). Esta mezcla (7000 granos por mm cuadrado) sobre una placa de vidrio recubierta con barniz recibía carbón pulverizado para obstruir los intersticios entre los granos, luego se enrollaba a presión de 7 toneladas por centímetro cuadrado para igualar la capa y aumentar su transparencia.
El color no es real, sino tonos pastel entre fotografía y pintura. La sensación de color surge de la yuxtaposición de multitud de puntos coloreados. Como en la pintura puntillista, la globalidad de la mirada recompone la impresión y percibe sólo los granos de almidón de los colores del sujeto.
Las fotografías realizadas por las esposas y miembros del 'clan Lumière' reflejan la vida cotidiana de una familia burguesa de la época.
La placa autocroma fue el único procedimiento en color hasta 1935. Louis Lumière intentará aplicarla al cine hacia 1937 como alternativa al Technicolor en auge en Estados Unidos, pero no experimentó desarrollo por la guerra.
Los Lumière tocaron otros campos: el sonido, la mecánica y la investigación médica para los amputados de la Primera Guerra Mundial, como el tul gras que desarrolló Augusto para curar quemaduras y heridas. Versátiles como Leonardo da Vinci, pero con una vida familiar mucho más plena, acomodada y satisfactoria, los Lumière serán siempre recordados por el cinematógrafo entre sus muchas e increíbles patentes.
Fotografías: Gabriela Torregrosa