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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Tras los bulos COVID 2


Si hay algo interesante y atractivo para la gente, es una noticia tendenciosa con un titular muy atractivo. No importa el contenido, porque solamente te fijarás en que el titular anuncie algún tipo de escándalo o milagro, a ser posible que tenga relación con el tema de moda.

 

Para ello se inventaron los bulos, no es nuevo. No tardaron en correr como la espuma cientos de noticias que desmentían cualquier información “oficialista”, que es como llamaban a cualquier entidad, medio o persona que les contradijese. Y los bulos no son más que mentiras lanzadas a diestro y siniestro aunque no tengan sustento, porque siempre habrá quien las difunda gratis.

 

Entre mis bulos favoritos sobre la pandemia, siempre estará ese que no tenía muy claro si era un virus fabricado al milímetro en  un laboratorio, una bacteria, un virus inoculado en vacunas de la infancia o, simplemente, nada. Posiblemente es el bulo con menos posibilidad de ser creído pero que más adeptos trajo.

 

Allá por marzo del 2020, en pleno estallido, se descubrió que todo era una mentira porque lo había dicho un chino que se había fugado de su país y que su foto venía con el texto. Por cierto, típica foto que encontrarías en Facebook o Google sin molestarte en rebuscar. Y, evidentemente, cómo no vas a creer lo que te dicen si el texto da tantos detalles y añade: “pero no podrás encontrarlo en internet porque lo borran para que no se conozca”. ¡Claro! No había caído en eso, aunque no comprendo cómo puedo estar leyendo en internet que no lo voy a poder encontrar. Todo un calimatías.

 

Y así pasaban los días y la misma web que había dicho que era un virus de laboratorio, ahora decía que es una bacteria. Pero esta teoría no duraría más de dos semanas, porque hace falta ganar lectores. Y así van rotando varias ideas sueltas sin sentido para formar una idea única, que la pandemia es un engaño para presionarte.

 

Posiblemente nadie haría caso a estas historietas si no fuera porque siempre hay quien las lee, como cuando en una web te van a contar el secreto para ser rico, pero los 10 primeros minutos se pasa el hombre hablando de sus hitos. Luego acaba el vídeo y, si n que hayas recibido ninguna lección, te anima a seguir sus pasos y a comprar las siguientes clases. Una estafa circular en la que siempre esperas información gratis, sin ni siquiera pensar.

 

Y así pasaron los días sin lograr que esas teorías desaparecieran, porque no solo desinformaban sino que estaban bien cultivadas de tiempo atrás para tener un “sustentoa base de pruebas que nadie comprobaría.

 

Por lo menos, pudimos salir de dudas con el virus y comprobar la verdad escondida. O más bien, las múltiples verdades que pueden darse con un tema si se vende bien.