Los objetivos de cualquier empresa son propuestas imprescindibles para ganar motivación. Es costumbre establecer pautas de acción que, sabemos, nunca llegarán a lograrse y pensamos que podrá justificarse así un despido o una acción correctiva muy dura. Pero eso solo infunde miedo y desconfianza; por tanto, menor productividad. También es posible que el objetivo sea demasiado fácil y caigamos en una rutina predecible, con el resultado de costumbre.
Pues bien, un objetivo debe ser tan medible como alcanzable, pero estableciendo un plazo adecuado-. Y aquí entra el juego político con la vacunación contra la COVID-19. Hagamos memoria, muchos se burlaron del objetivo de lograr un 70% de población vacunada en agosto como algo imposible y ahora buscan excusas para ridiculizar la consecución del mismo.
Yo no creía factible porque no llegaban suficientes dosis desde Europa, pero hubo quien se puso las pilas y nos dejaron hacer nuestro trabajo, el de las enfermeras. Las enfermeras hemos demostrado siempre que, si nos ponen un reto, ni siquiera hace falta el típico incentivo de “no hay narices” (u otros órganos corporales más íntimos). Así que el éxito también es nuestro; principalmente, porque no he visto mucho político echando una mano: ni gobernantes ni, mucho menos, sus opositores.
Pero, atención, todo puede plantearse de forma subjetiva y ahora está de moda matizar cada detalle. Hace más de una semana se alcanzó el 70% de vacunados dentro de las posibilidades; es decir, mayores de 12 años. Excluir a los menores de la ecuación no es un truco contable sino, más bien, un indicador de que la estadística se hace como debe ser, porque hablamos de la población “diana”, gente a la que va dirigida la actuación. Pero no olvidemos que, también con la vacunación, hay que hacer balances subjetivos.
Por lo que a mí respecta, subjetivamente, tenemos casi un 100% de vacunación. Especialmente porque debemos considerar todos los factores: hay que excluir de las cuentas a quien haya pasado la infección hace menos de 6 meses, ya que no se les administra aún la primera dosis. También a los negacionistas, dado que no quieren ser vacunados. Y si no contabilizamos a los menores de 12 años, hemos obtenido prácticamente un éxito total en la vacunación.
Rondar el tema de la población “diana” como un fracaso es como decir que no se ha alcanzado un éxito porque haya sido un 69’9%. Entiendo, aunque me escandalice, que el juego político tiene esas rarezas de entorpecer cualquier actuación que beneficie a la ciudadanía, si les beneficia a ellos… Cosas tan lamentables como, en este caso, obtener los peores datos de vacunación en una autonomía grande para perjudicar el dato total. Pero peor es la población entrando a debatir semejantes nimiedades solo por sumarse a la política de barra de bar.
Por suerte para el intelecto y por desgracia para el negacionismo, la vacunación ha resultado exitosa, a pesar de los muchos bulos que han alcanzado también su población “diana”. Aunque siempre recordaré que tengo alguna que otra compañera negacionista que lo proclama a los cuatro vientos. Eso sí, siempre con su mascarilla FFP2 y su pauta completa de vacunación, que es como se debe hablar de los temas serios cuando se dicen frivolidades.
En Star Wars decían: “May the force be with you”. Pero en esta época, es más correcto sonreír al negacionismo con sarcasmo: “May the chip be with you”.