Hace bastantes días que se habla de una nueva ola, de un retroceso en el buen camino y descanso que nos estaba dando la pandemia. Se trata de un aumento de casos en los países del este. Y como no podía ser de otra manera, los virólogos reconvertidos en vulcanólogos, vuelven a su trabajo de opinión en las redes sociales.
Mientras alertan de la llegada inminente de una nueva ola mortal en España, aprovechan para echar pestes de la gestión de la pandemia y de la vacunación. Estos virólogos nos sitúan en el último puesto a nivel mundial en estas materias. Pero los datos no dicen lo mismo. No solo no somos los peores sino que, en realidad, nos encontramos entre los mejores. Y eso sí debe ser la famosa Marca España.
Aunque pueda parecer muy aventurada esta Marca España, es real y realista. Los mejores datos respecto a contagios y fallecidos los llevan países sin estadística. También son notorios los malos datos de España al comienzo de la pandemia en 2020 cuando otras naciones negaban tener casos sacando a relucir estadísticas con escasa credibilidad y medidas restrictivas que no se correspondían a la ausencia de enfermos.
Pero ahora llega la crisis sanitaria en oriente y peligra su población por dos razones. Primero por negar la pandemia y, segundo, por no hacer nada en este tiempo. Ser el malo de la película como Italia, Bélgica y España tiene consecuencias inmediatas, pero la dosis de cruda realidad provoca un futuro mejor cocinado.
Tanto Rusia, Ucrania, Rumanía y Turquía como Alemania o Reino Unido Tienden al alza en sus cifras generando un riesgo exterior bastante grande. Pero no les trataremos como un peligro público para no ser acusicas como hicieron los dos últimos con nosotros. Reino Unido experimenta un 10% menos de población vacunada, diferencia mayor con respecto a Alemania. Pero si el dato parece abrumador, es mejor no repasar los cuatro primeros.
La realidad es que ha habido una falta de conciencia mundial incentivada por políticos que buscan su oportunidad y gente que sale beneficiada económicamente. Sin embargo, España tiene unos datos envidiosos y, en caso de nueva amenaza, es de suponer que se reaccionará mejor; siempre y cuando el Tribunal Constitucional de la mano de unos pocos políticos no entorpezca la lucha.