Hace años que el personal de enfermería eventual protestamos por la falta de planificación en nuestro trabajo, es decir, porque solo en verano disponemos de nuestra planilla de trabajo a más de un mes a la vista. Hasta ahora siempre existían excusas y quejas de las direcciones que nos trataban de caprichosos o malos trabajadores por querer tener un mínimo de previsión.
Este trato era factible asumirlo en la época en que apenas trabajábamos cuatro o cinco meses al año, pero ahora, tras cuatro años trabajando ininterrumpidamente, tenía que empezar a cambiar. Sin derecho a descansos debidamente programados, a vacaciones e, incluso, sin derecho a días por fallecimiento de familiares. Las protestas del personal han crecido hasta estallar una burbuja que era demasiado grande.
En el Hospital General de Segovia se llevaban meses recopilando todas las quejas del personal no fijo a las que se sumaban los funcionarios ya que les afecta secundariamente. La falta de un plan de trabajo impide poder conciliar y descansar. Las improvisaciones continuadas en la asignación de los turnos de trabajo repercuten en la asistencia que se presta a los pacientes al no poder conocer absolutamente nada sobre ellos porque acudes a cubrir un turno aislado. Todo ha llegado al punto de cometerse irregularidades delictivas como es no seguir la bolsa de empleo público.
Como decía, tras cuatro años solapando contratos donde llegas a trabajar dos meses más cada año en exceso de horas, llegó la gran protesta. Salió en los medios el maltrato que se estaba dando. Pero para que la voz popular no cause efecto sobre los puestos políticos, la gerencia de Segovia emitió un comunicado de prensa tratándonos nuevamente de caprichosos y mintiendo. Alegaron que sí conocemos nuestro plan de trabajo y a varios meses y justo ese día decidí meterme en mi planilla para observar que ni siquiera tenía mis turnos de la semana siguiente. Aun así, era de los afortunados al saber cómo acabaría mi semana.
Esta mentira despiadada ha desencadenado que el sindicato de enfermería presentase la semana pasada un escrito pidiendo el cese del gerente. Evidentemente, no se espera que quien le ha colocado a dedo vaya a cesarle, pero queda bien reflejado que el asiento bien acomodado está dispuesto a martirizar al personal en sus declaraciones.
Podría considerarse un caso aislado si no fuera porque es uno más. Una conducta de tantas donde se premia la incompetencia y el acoso al personal, donde se desprotege la salud laboral y, si es necesario, se asciende a quien está dispuesto a pisotear al resto.