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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Etilismo Político


¿A quién no le gusta un buen vino? Bueno, en realidad a mí y el resto de gente que no entiende de vinos nos da un poco igual si es bueno o malo. Sin embargo, quienes acostumbran a tomar ese zumo de uva conocen bien la diferencia entre uno bueno o uno malo más allá de su gusto particular.

 

Supongo que cuando el expresidente del Gobierno Aznar dijo la famosa frase “¿Quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?”, en referencia a las campañas de la DGT para evitar conducir bajo los efectos del alcohol, había estado contrastando diferentes calidades de vino. De hecho era una cata de vinos y recibió numerosos aplausos tras decir¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber? Déjame que las beba tranquilo.” Quizás son los aplausos más dramáticos y vergonzosos de la historia.

 

Pero si alardear de conducir bajo los efectos del alcohol y decir públicamente que quieres hacerlo no es suficiente, ahora llega contradecir la ciencia. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, trata de desprestigiar los estudios que certifican qué es bueno o no para el organismo. En un intento de tergiversar una campaña política, una vez más, ataca a los sanitarios que aseguran que no se debe ingerir más de 100cc de vino tinto al día.

 

Bajo el lema “un buen vino que quieren prohibir” trata de sacar tajada política a un nuevo intento de reducir el consumo de alcohol. No ha salido ninguna ley ni borrador que trate de prohibir el vino, faltaría más. Sin embargo, siguiendo las políticas europeas, se intenta reducir el consumo abusivo de alcohol con un impositivo.

 

Estamos obviando y riéndonos de que un 50% de los accidentes de tráfico se producen debido al abuso de sustancias, entre ellas y la más común el alcohol. Son innumerables las intervenciones policiales que cada fin de semana se desarrollan en zonas de ocio con personas que han sobrepasado su propio límite. Y todo esto genera un gasto. Un gasto excesivo en desplazaientos de recursos, en tratamiento de lesiones, en pensiones por incapacidad o, directamente, en contraprestaciones por defunciones de terceros que nunca debieron suceder.

 

Estas campañas de desprestigio a cambio de un puñado de voto son únicamente pan para hoy y hambre para mañana, pero les da igual. Es una situación dramática contra la que luchan policía, bomberos y, sobre todo, sanitarios. ¿De qué sirven las campañas que tratan de concienciar a la gente si alguien apoya esta drogadicción? ¿De qué sirven las innumerables intervenciones en gente joven si alguien trata de captar los nuevos votantes a base de promocionar el alcoholismo?

 

Volvemos al olvidarnos que el alcohol causa dependencia y no tan a largo plazo y no todo vale en el desprestigio de la ciencia que llevamos soportando el personal sanitario en los últimos dos años. Intuyo que en algunas sedes de partidos políticos no podrán trabajar sin su dosis diaria en vista a lo que declaran. Mismamente Homer Simpson ya lo anunciaba con ironía: “El alcohol, causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida”.