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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Guerra en La Paz


El 17 de enero estallaba en todos los medios de España una de esas noticias insólitas en el siglo XXI. La Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) del Hospital La Paz de Madrid se encuentra cerrada. Hablamos de uno de los servicios más relevantes a nivel nacional dado que asiste a pacientes de todo el territorio y cuenta con unidades muy extensas. La pediatría de La Paz es referente junto a otras como Niño Jesús o Vall d?Hebron. ¿La razón del cierre de su UCIP? Se reincorporó a la jefatura de servicio Pedro de la Oliva tras haber sido apartado de su puesto, acusado por los propios médicos de acoso laboral.

Los hechos se remontan a los tiempos prepandemia, cuando la sanidad se recuperaba de los recortes sanitarios efectuados entre 2013 y 2018. De la Oliva se encontraba ya en el punto de mira de los médicos y algunas enfermeras que, según relatan, "creaba mal ambiente de trabajo" y "acusaba de baja productividad al personal, entre otras cosas, por haber sido madres y coger la baja". Si el ambiente de trabajo ya tenía crispación, la COVID-19 no lo mejoró. Tras la pandemia sufrida en 2020 los médicos empezaron a moverse contra él y finalmente fue cesado como jefe de servicio.

Fue apartado del cargo en 2021, tras ser evaluados casi 5.000 folios presentados por el personal de la UCIP, ubicándole en un destino en el que no interfiriera con el personal que le acusaba. Según sus abogados, fue injusto porque "no conocía de qué se le acusaba"; algo que fue desmentido posteriormente por el despacho de abogados que defiende a los médicos demandantes. Se debe aclarar que los mandos intermedios son cargos de libre designación, por lo que podía ser relegado de la jefatura siempre que no cumpliera sus funciones. Sin embargo, recurrió la decisión obteniendo en 2023 una resolución judicial a su favor. En ella se obligaba a devolverle el puesto de trabajo por no objetivar que existiera acoso laboral ni abuso de poder.

A pesar de que la Comunidad de Madrid trató de evitar el cumplimiento de la sentencia alegando el peligro del cierre de la unidad, en septiembre el juzgado tachó de insólito el argumento de la administración, obligando a cumplir la sentencia. Al incorporarse de nuevo como jefe los médicos se dieron de baja y renunciaron a sus contratos progresivamente, propiciando el cierre de una de las UCIP más importantes del país. Y entre nuevas comunicaciones, ceses y restituciones, la jueza dictó que la culpa no era del acusado por no saber ejercer sus funciones, sino "de quien tenía que sustituir a los facultativos ausentes y no lo ha hecho". Esta declaración dejó en entredicho a la jueza porque demostró su desconocimiento del sistema sanitario y la escasez argumental en favor del acusado.

Este batiburrillo parecería increíble si no fuera por lamentables casos judiciales anteriores (como Cristina de Borbón, Tomás Ayuso o un tal M. Rajoy al que todavía no han logrado localizar), con unas sentencias judiciales que podrían asemejarse a una película donde Woody Allen condena a esclavos por no soportar los latigazos. En el mes de enero de 2024, se abre el melón al público y la prensa aparece a las puertas del hospital La Paz en busca de la noticia. Los sindicatos deciden volcarse como nunca. Pero dos semanas después, nada, ni tele ni sindicatos parecían recordar el problema. Se había olvidado el debate, a pesar de que el 31 de enero se iba a celebrar un nuevo juicio al respecto.

Este tema tiene más túneles oscuros que vías iluminadas. Ha resultado muy difícil hablar con el personal de La Paz para que cuenten la historia. Nadie quiere dar la cara "por miedo a sus abogados" (en referencia al despacho que defiende a Pedro de la Oliva). Tal y como ya han reflejado otros medios, De la Oliva ha ostentado de nuevo el cargo de jefe, de un servicio inexistente. Ha permanecido en su despacho hasta ahora sin hacer declaraciones y sin cargas laborales. Las enfermeras han sido reubicadas en otros lugares, pero no consta que él haya realizado una función asistencial bajo otro servicio pediátrico del mismo centro. Sus abogados se han remitido a las resoluciones judiciales para defenderlo sin aportar nada más al debate.

Hasta el viernes día 2. En la mañana la prensa volvía a hacer eco de las buenas nuevas y El País titulaba: "El Tribunal Superior de Justicia de Madrid avala el cese del jefe de la UCI pediátrica de La Paz". Los sindicatos médicos han aparecido de nuevo para celebrarlo a pesar de su nula participación en el éxito, como era de esperar. Y aunque es esperable que el caso no termine aquí, por el momento es un respiro para dos partes principales. Por un lado, para el personal de La Paz, quienes han sufrido una ansiedad desamparada. Por otro, los niños, que no han podido acceder a una cama de UCI que era necesaria. Por el momento parece que esta película de terror da un respiro y, por supuesto, esperamos que no tenga fin.