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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

En SACYL sin MIR


Hace unos días saltaban por los aires todos los grupos de redes sociales y comunicativas donde se tratan temas sanitarios en SACYL. La falta de médicos ha promovido una decisión absurda, injusta e irresponsable por parte de la Junta de Castilla y León que consiste en la contratación de médicos sin especialidad que ejercerán como médicos de familia. Es decir, volver al pasado done un licenciado en medicina podía ejercer como especialista en una rama que consideraban residual. Para quien no conozca el problema, podemos dar unos pasos atrás y tratar de ubicarnos en el ambiente correcto.

Hace ya muchos años se consideraba que atender a la población en centros de salud no era algo merecedor de una especialidad, por ello era una salida profesional rápida para muchos médicos a los que no les agradaban las especialidades hospitalarias. Por ello era frecuente tener médicos que se formaban mediante cursos sobre ciertos temas para poder atender el todo de un paciente al que se le presuponía no urgente.

La llamada atención primaria a día de hoy no solo cuenta con su especialidad médica sino, también, enfermera. La medicina y enfermería familiar y comunitaria es, probablemente, una de las especialidades más famosas en enfermería y menos populares en medicina. Al final, el enemigo siempre está en casa y es frecuente escuchar el desprecio del médico hospitalario hacia sus compañeros. Pero el hecho de que sea tan bien acogida en enfermería, es una primera demostración de que vale mucho más de lo que cuesta, al menos si se hace bien.

En un centro de salud no se debería atender solamente a pacientes enfermos, pero el colapso, fruto de una mala previsión y de un mal uso, hace que el paciente sano no sea la clientela principal. De hecho, cuanta mejor asistencia se presta desde atención primaria la población sana o con patología crónica, menos asistencias urgentes se realizan en un hospital. Básicamente porque es más importante impartir una buena educación para la salud y prevención de la enfermedad que tener que resolver el problema evitable.

La medicina familiar necesita personal cualificado de la misma forma que cualquier otra rama médica. De lo contrario, los servicios de emergencias aumentarán las demandas asistenciales diarias y las urgencias hospitalarias se verán aún más colapsadas. En términos más entendibles, se pagará un sueldo a un personal que no solo no va a repercutir en positivo sino que aumentará los costes operativos también en otras unidades asistenciales. De esta forma, se verá multiplicado el gasto pero no resuelto el problema.

Sin embargo, tan culpable es quien toma la decisión como quienes han reventado cualquier posible negociación en los últimos años. Y aquí cobran gran importancia los colegios profesionales y sindicatos médicos, quienes callaron en la época de recortes sanitarios y ahora hablan con la boca pequeña. Y es que en las diferentes negociaciones de los últimos doce meses no han aceptado ninguna solución que no tuviera nada que ver con un aumento de salario, como si por aumentar su jornal a una persona vaya a producir que se multiplique.

Misteriosamente, la insistencia de subir el sueldo produce un beneficio en los liberados sindicales. Por el contrario, que se mejoren las condiciones laborales y los ratios, no. Por eso no han aceptado bajo ningún concepto reducir la carga de trabajo de labores que no son puramente médicas y que permitirían ver a más pacientes, tal como se ha tratado en el último año. Esas labores podrían ser asumidas por enfermeras, fisioterapeutas y administrativos.

Esta descarga se apreciaría también en las urgencias hospitalarias, que anormalmente, funcionan diferente al resto del hospital. A nadie se le ocurre llamar al médico en una hospitalización por un incidente menor que puede resolver la enfermera de planta. Pero en urgencias y en atención primaria parece que se repartieran comisiones por número de pacientes vistos dado que no se acepta otro modelo de trabajo. A ello se debe sumar la hipocresía de protestar por la sobrecarga de trabajo sin aceptar una descarga por parte de otros profesionales, como vienen haciendo los que dicen representar a los médicos.

En estos días en mi área asistencial, un médico se alzó precisamente en contra de todo esto. Alegó que resulta curioso cómo se acepta contratar a médicos sin especialidad pero, los mismos que callan, clamaban porque hubiera ambulancias sin médico, lideradas por enfermeras. Básicamente porque han demostrado mayor efectividad en su labor asistencial y porque se cuenta con profesionales en la materia de urgencias. ¿Acaso el planteamiento de este médico no se puede exportar a otros niveles sanitarios para optimizar recursos y mejorar la asistencia de forma inmediata?