En febrero explicaba cómo se había promocionado el bajo coste desde la crisis internacional de 2008, incluyendo los servicios sanitarios. Un bajo coste que ya ha costado vidas y sobrecostes de forma habitual por causa de un falso Low Cost, que solamente visibiliza la parte que más puede interesarle a la población y oculta bien su propia letra pequeña.
De la misma forma, en el artículo comentaba los anuncios fraudulentos que han invadido estos años la televisión e internet. Seguros privados a precio irrisorio donde garantizan que el paciente tendrá la atención de mayor calidad, con los mejores profesionales, con las instalaciones más novedosas y un servicio completamente exclusivo. Pero la realidad es bien diferente en persona, cuando todo lo que prometía el anuncio queda en el recuerdo de las cuatro imágenes, un escenario que poco tiene que ver al poner el pie dentro.
Hasta hace muy poco tiempo podíamos encontrar seguros privados por 30 euros. Incluso los había que hacían su descuento promocional en los primeros meses y bajaban el importe un 10 por ciento. Ahora es cada vez más difícil encontrar esas promociones tan pretenciosas, a la vista están los descuentos y las bondades, pero el precio te lo dan solamente si contactas. La realidad es que ha fluido en el boca a boca toda esa información hasta lograr el objetivo real.
Las técnicas publicitarias son muy importantes cuando se trata de rediseñar un sistema como el sanitario. Es necesario visualizar su funcionalidad antes de que el público objetivo se de cuenta de los fallos. En publicidad hay ciertas frases destacadas, la más conocida es aquella de que "lo más importante es que hablen de ti, aunque sea mal". Sin embargo, entre las que no circulan por la población está una forma de trabajo más importante aún: "Si algo es gratis o extremadamente económico, quiere decir que el producto es el cliente".
La gran importancia de que el producto no sea lo que se vende reside en que, realmente, hay un objetivo secundario. Lo importante es que el cliente escoja ese bien o servicio ofertado, el precio es el gancho solamente. Y ese objetivo de trabajo es el que rentabiliza el supuesto chollo. Es frecuente encontrar gratis guías, libros o formación. Pero, sin ser tan evidente, videojuegos, aplicaciones o una supuesta asesoría. Nos piden datos y nos enganchan con ofertas posteriores no tan suculentas, pero continúan en un valor económico que consideramos altamente rentable para nosotros mismos.
En este punto, los servicios sanitarios de bajo coste logran captar a un cliente que pasa a ser el objeto del comercio. Todos los datos necesarios para un seguro de salud sirven, a su vez, como importantes fuentes de información para recalcular cuotas posteriores, paquetes familiares, seguros de decesos. Pero también, productos y servicios que seguramente no necesitas. Ofertas que te facilitan el acceso a medicina estética, facilidades de pago en centros concretos o, sencillamente, garantías de salud para tus hijos, atacando el área más sensible de la casa.
Cuando se contrata ese gran paquete de servicios que siempre has deseado, resulta que no lees toda esa letra que ocupa páginas y páginas, donde se especifican infinidad de situaciones en las que el seguro no se hará cargo. Así, al acudir a una consulta en el lugar que has elegido, aparece muy amablemente un gestor administrativo a informarte de que el procedimiento que te ofrecen deberás abonarlo, total o parcialmente. Y aquí la inmediatez pasa al drama en cuestión de segundos. Tienes que meditar si te compensa el sobrecoste justo cuando tienes la miel en los labios para resolver tus problemas de salud.
Pasar por caja es fácil gracias a la domiciliación de pagos, pago con tarjeta de crédito o fraccionamiento de un importe sin interés. Al final, esos 30 euros mensuales se han convertido en 70 y como siempre, al consultar las condiciones en pleno enfado, siguen las ofertas insaciables. Así hasta llegar a una rueda que nunca deja de girar, porque nadie quiere perder sus beneficios asociados y que ya ha pagado al romper un contrato que nunca necesitó.
La sanidad privada real, tiene un precio. Hablamos de costes verdaderamente impagables para el ciudadano medio, porque no llevan bonificaciones en otros productos y lo que se oferta es un bien o servicio claramente delimitado. Por supuesto y deseablemente, con la calidad y garantías que se merece. Los chollos como iDental o Corporación Dermoestética se asemejan a otros fraudes como lo fueron el Forum Filatélico, las academias Opening o los pagarés de Nueva Rumasa. Y solo cuando una burbuja explota, hay una reacción en masa, mientras tanto, siguen las contrataciones.