Las Redes Sociales (RRSS) han resultado ser el medio de comunicación favorito en del siglo XXI. Indudablemente, su desarrollo ha permitido mejorar cualquier tipo de comunicación efectiva entre las personas. Cuando se inició la andadura con Messenger en 1999, pudiendo enviar mensajes instantáneos con el ordenador, nadie podría imaginar que en un lustro surgirían redes como Tuenti, Facebook o Twitter, pudiendo compartir fotos, vídeos y eventos además de los mensajes instantáneos.
Pero, por si fuera poco, unos años después y sin haber exprimido aún todas las posibilidades de las RRSS existentes, surge WhatsApp. Ahora se podría escribir desde el móvil un mensaje instantáneo, pero compartir el día a día en el perfil de las redes de forma independiente. Poco a poco, desde el año 2000 surgieron webs y aplicaciones que trataban de imponerse en el mercado: Hi5, MSNspace, MySpace, Google+, Snapchat, LinkedIn, Tumblr, Mastodon, ... Algunas han desaparecido pero otras han cambiado su formato y su funcionalidad para sobrevivir.
Ante esta competición, las aplicaciones más conocidas y utilizadas son WhatsApp para mensajería y Facebook, Instagram y TikTok como RRSS. Pero si hay una que ha triunfado en los últimos años es la última. TikTok permite un contenido dinámico similar a Instagram con más posibilidades a nivel de compartir algo divertido, con música. Esto ha hecho que sea una de las redes favoritas de niños y adolescentes donde los sanitarios se han dejado ver más de la cuenta.
Elena Plaza, es una enfermera referente en redes por divulgar conocimiento totalmente gratuito. En su web urgenciasyemergen.com expuso su ponencia en un congreso tratando el uso de las RRSS por los sanitarios. Planteó la dificultad de llegar a la población general dado que la mayoría del personal sanitario tiene principalmente entre sus seguidores a otros sanitarios. También expuso que, si la mayor parte del contenido expuesto por sanitarios no es fiable, el hueco de docencia a la población lo acaban ocupando influencers y gente que no tienen ni idea.
El estudio sobre RRSS de Elena implicaba muchos factores, entre ellos el uso que damos los sanitarios y si nos siguen familiares y amigos. En esto incidió que si comentamos una publicación de calidad, damos like y la compartimos, el contenido se divulga y llega a la población. Sin embargo, esto implica dejar de lado el ego personal de cada uno en favor de la docencia.
Contra este punto de vista estudiado, analizado y debidamente desarrollado, nos enfrentamos a los sanitarios de TikTok. La aplicación que permite grabarte mientras bailas una canción empezó a polemizar el trabajo del personal sanitario en la pandemia por COVID-19. Que todos (o casi) nos hemos hecho alguna foto en el trabajo, es cierto. Desde compartir momentos como jubilaciones, despedidas, retornos, etc. hasta conmemorar el día nacional/internacional de algo. Siempre sin desatender nuestras funciones y preservando la privacidad de los pacientes.
La mala costumbre de llegar al límite en redes empezó en 2019 con unos médicos en Asturias parodiando a Rosalía. Pero los bailes de TikTok han terminado de restar la visión de profesionalidad que tiene gran parte de la población, probablemente sea gente que ya estaba predispuesta a ir contra el personal sanitario. Sin embargo, a pesar de saberlo, hemos seguido vídeo tras vídeo hasta que hace una semana tocamos fondo.
En plena lucha campal en la Comunidad de Madrid en favor de la sanidad pública se publica en TikTok un baile de dos enfermeras y un enfermero de un hospital. Por supuesto, los defensores políticos del partido que gobierna Madrid han salido al ataque de los sanitarios. Es evidente que sus protestas se basan más en política que en el vídeo en sí, pero esta vez tienen razón. Creo que la mayoría llevamos mucho tiempo ya condenando estos actos que no solo atentan contra el código deontológico, sino que podrían llegar a ser subsidiarios de una sanción.
La espontaneidad artística de mis compañeras de profesión empaña la labor asistencial, desacredita las reclamaciones del resto del personal sanitario, atenta contra la imagen de un hospital e, incluso, infiere en la visión de profesionalidad de la unidad en la que se producen. Es bien distinto una actuación focalizada en el bienestar del paciente a una cuyo objetivo es la vanagloria en redes sociales.
Durante años he trabajado en diferentes unidades de pediatría. Me he disfrazado, he jugado, bailado, cantado, pintado, ... Incluso he contado cuentos a los niños. Todo ello siempre en favor del paciente, para mejorar su experiencia y la de sus padres, no para celebrar el tiempo libre disponible. Considero de mal gusto y perjudicial este tipo de actos, más aún en los tiempos que corren. ¿No podrían haberlo hecho vestidos de calle en un parque? El tiempo libre en el trabajo sanitario debemos emplearlo en mejorar la unidad y nuestro conocimiento, no en generar polémicas.