Hace unos días las redes sociales (RRSS) se llenaban una vez más de mensajes con los mejores deseos para alguien que ya no está. Cientos de fotos diferentes con una misma sonrisa característica, una expresión alegre que contaba historias tristes, un cabello rapado en previsión de la caída capilar y unas gafas nasales que le proporcionaban un extra de oxígeno. La cara de Elena Huelva no volvería a presidir vídeos virales al no poder superar un Sarcoma de Ewing.
Como Elena, en los últimos años otros famosos han dejado mensajes de lucha diaria contra el cáncer en las RRSS. Conocido a raíz de su enfermedad, el deportista Pablo Ráez narraba su día a día cuando padeces leucemia, en vídeos donde fomentaba la donación de médula ósea entre mensajes de ánimo. Jesús Candel -Spiriman-, fue un médico granadino que se enfrentó a las administraciones en favor de la sanidad pública de calidad, pero un cáncer de pulmón calló sus manifestaciones.
Más sonado por su gran fama fue el caso de Pau Donés -cantante de Jarabe de Palo-, quien anunció haber ganado una primera batalla a al cáncer colorrectal que sufría. Sin embargo, decidió retirarse a la intimidad tras una recaída apenas un año después. Dio una entrevista dos semanas antes de fallecer para Jordi Évole, donde expuso su vida del antes y del después, sentimientos, sensaciones...
Otro caso sonado fue Olatz Vázquez, periodista vizcaína que padeció un cáncer gástrico. Se popularizó en Twitter gracias a la cámara que le regaló el pianista James Rhodes. Con ella hizo un reportaje fotográfico junto a su pareja de cómo se vive un cáncer desde el diagnóstico hasta el fallecimiento. Una de las historias más emocionantes dada la corta duración del relato y que tuvo que sufrir los efectos secundarios de la pandemia en el trance.
Todos ellos son cuentos dramáticos que se han hecho grandes por la relevancia de la persona o por viralizarse su mensaje. Cada uno de ellos con su particularidad, con sus seguidores, sus fans e, incluso, sus detractores y críticos. Una mínima representación de lo que viven miles de familias cada año en España y que pasan desapercibidas, pero que ayudan a comprender la complejidad de su situación.
Peculiarmente, resulta fácil empatizar con alguien famoso a quien no conoces personalmente. Sin embargo, nos resulta complejo entender esa misma vivencia en cientos de conocidos que nos rodean y que luchan por igual. Héroes anónimos que necesitan el mismo sentimiento que mostramos dando un like a una publicación. Ni pena, ni lástima; cariño y aprecio a la vida, respeto a sus sentimientos de alegría o frustración, ayuda para facilitar su día al despertarse. Porque las enfermedades que denominamos "cáncer", abarcan mucho más allá del aspecto farmacológico.
Elena, Pablo, Jesús, Pau y Olatz han sabido ser las voces de una enfermedad de diferente afectación, diferente grado de diagnóstico, diferente pronóstico, diferente apoyo externo y diferente vivencia. Han demostrado valentía pidiendo mejoras para que las voces anónimas sean escuchadas en vez de aprovecharlo para su vanagloria. Han sido la reivindicación de cómo se vive y qué se necesita en una situación que a todos nos es familiar antes o después.
Y si existe una forma de expresar los sentimientos que tienen los pacientes y sus allegados, es parafraseando a Jarabe de Palo: Agua y sed, serio problema. Cuando uno tiene sed, pero el agua no está cerca. Cuando uno quiere beber, pero el agua no está cerca.