El concepto bulo ha sido muy utilizado en los últimos años tras estallar la pandemia por COVID-19. Sin embargo, al desenmascarar los suburbios de la política, la policía política y la prensa orientada a cambio de dinero, ha cobrado más fuerza el término, siendo parte del lenguaje habitual. Según la RAE, un bulo es una noticia falsa propagada con algún fin.
Hace unos 15 años oí una noticia y fui a contarla a mi hermano. Él me dijo que era un bulo claramente, que todo eso se inicia con un rumor y de boca en boca, la mentira se convierte en verdad. Así que, propuse hacer uno para comprobarlo difundiéndolo por Tuenti (red social extinta): "Quieren mover la loba capitolina de la zona del acueducto a la glorieta donde está la estatua de Cándido. No podemos permitirlo. La loba no se mueve". La página tenía más de 11.000 seguidores y recibía más de 100 comentarios diarios.
De la misma forma, han circulado noticias de hospitales vacíos, centros de salud sin espera y de sanitarios riéndose de los pacientes simulando situaciones. Vídeos grabados nadie sabe dónde, cuándo ni con qué fin, pero que recorren grupos de WhatsApp y redes sociales a diario hasta que algún medio se hace eco. En este momento, como el medio << X >> lo dice, pasa a ser verdad absoluta para sus lectores, quienes defenderán con la básica frase de que el resto no lo reflejan porque están subvencionados.
En todo este enjambre, tiene representación la informatización de la información. Han surgido cientos de medios desde que el papel dejó de ser la fuente principal para los lectores y las noticias dejan de tener un nombre responsable de la información. Medios que colman redes sociales y plataformas de vídeos con webs que aparentan seriedad pasan a ser el coladero de cientos de noticias falsas cada día. Y cada noticia, está súbitamente ajustada al público que lee el medio.
Tantos son los bulos sobre la sanidad, que dentro del gremio se escuchan muchos de ellos contados por compañeras y compañeros. Desde que en el centro de salud no trabajan pero no dan cita, hasta cientos de comentarios muy lejanos a la ciencia acerca de la pandemia. Sin embargo, casi prefiero los segundos a los primeros. La desinformación malintencionada está a punto de terminar con el compañerismo y el trabajo en equipo que se vieron reforzados gracias a la pandemia.
Si bien es cierto, desde que llegó la COVID, la sanidad ha cambiado, aunque no lo suficiente. Es una realidad que a día de hoy el trabajo se distribuye con menos anillos en el dedo que puedan caerse. Es cierto igualmente, que se han implementado mejoras sustanciales que favorecen un trabajo más dinámico. Mismamente, la asistencia telefónica ha mejorado muchas consultas que antes implicaban un desplazamiento al paciente. Además, agiliza la lista de espera. Por ello, no es raro tener una cita en 3 días pero que apenas haya gente en la sala de espera de un centro de salud.
Sin embargo y con una finalidad de limpieza política, los medios de desinformación estuvieron colmando las redes sociales con burdos titulares. Insinuaban que no se daban citas en atención primaria a pesar de no haber pacientes en cola. Algo tan surrealista como que la cita previa no la maneja el personal sanitario, sino una aplicación informática de la administración. Una vez que no termina de calar, la siguiente batalla ha sido decir que los médicos de Madrid van a hacer huelga con fines electoralistas, una acusación que se resume en: Se cree el ladrón, que todos son de su condición.