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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Éxitos y fracasos


En los últimos días, la sanidad pública ha disfrutado de un gran éxito que se ha logrado con una pequeña segoviana de 13 meses. La intervención ha constado de un trasplante de intestino de donante fallecido y ha sido todo un reto por dos motivos: por ser pionera y por realizarse en una paciente pediátrica de apenas un año de vida.

Estos logros no son tan habituales como se pueda creer dadas dos grandes dificultades, para ello hace falta un donante y un receptor válido (algo que trataré en otro artículo). Posteriormente, es preciso que el cuerpo receptor acepte ese órgano ajeno y funcione correctamente, que tampoco es exactamente fácil.

Por desgracia, no todas las noticias son buenas y, evidentemente, la política y sus planes de privatización también intoxican el discurso. Porque mientras se trata de sacar pecho, también hay quien quiere distorsionar para el provecho.

De esta forma, igual que Emma pasea por las calles de mi tierra disfrutando de una nueva vida, casi paralelamente ha saltado una noticia de desgracia. Una condena millonaria por un acto en un hospital público. Hace 10 años, según el auto, una negligencia provocó una dicapacidad de un 95% a una niña que ahora requiere cuidados totales en domicilio, lo que se ha estimado en más de 5 millones en indemnización.

Todo ha surgido presuntamente por el mal manejo de unas vueltas de cordón y pérdida de bienestar fetal, acaba en hipoxia severa de la neonata. ¿Y qué significa? Bien, cuando el futuro bebé se mueve dentro del vientre materno, en ocasiones se enreda en el cordón umbilical. Si bien es cierto que puede ser más frecuente de lo habitual, también suele resolverse sin incidencias durante el parto. En caso contrario, se practica una cesárea.

La pérdida del bienestar fetal es un concepto que abarca todos los datos que se pueden obtener sobre el futuro bebé. Cuando se monitoriza dentro del vientre, existen cientos datos de actividad normal que permiten continuar el parto de forma natural o tener que valorar alternativas. En el caso que ha dado el salto al noticiario, tal y como refiere la madre, no se practicó cesárea y se continuó con el parto eutócico a pesar de saltar las alarmas del monitor, sabiendo ya que existían vueltas de cordón.

El resultado es que una pequeña lleva 10 años de vida en situación prácticamente paliativa y así continuará. No tiene el desarrollo normal de una niña de su edad y requiere asistencia 24h por parte de su familia.

Los titulares de esta semana son un reflejo del éxito y el fracaso en sanidad. Sin embargo y el análisis que se debe hacer es: ¿Cómo un sistema tan potente y con tantos éxitos puede tener detrás negligencias? Si bien es cierto, se habla a menudo de negligencias para cuestiones que no lo son. Hay que diferenciar un riesgo asumible de un error y tampoco es lo mismo un error que una negligencia. Pero ahondar la base de todos ellos es la base de la excelencia.

Quizás el sistema no es motivador, quizás tiene ciertas carencias de base que nunca han cambiado. En los últimos años he sido muy crítico con el sistema oposición, ya que sustituye el objetivo de trabajar por el de conseguir una plaza. Y, sinceramente, creo que pueda ser la base de todos los fallos existentes, pero eso me da para otro artículo.