En los últimos años los derechos laborales han crecido en todos los ámbitos, desde los perfiles menos titulados hasta los que requieren mayor cualificación. Si bien es cierto, los que estaban más abajo han visto un crecimiento mucho mayor al resto, como es normal, entendible y, sobre todo, como debe ser.
Sin embargo, los derechos nunca son suficientes, más cuando los perdidos en los dos peores años de crisis económica internacional, están por encima de los adquiridos diez años después. La balanza no se termina de equilibrar a pesar del gran esfuerzo de algunos políticos y de las imposiciones internacionales.
Llegado a este punto, solo quedaría plantearse: ¿Por qué se fugan los sanitarios? Es cierto que lo habitual es hablar de cómo los médicos marchan al extranjero en busca de mejores condiciones laborales, pero es un tópico, no una realidad. Los médicos prácticamente no salen porque se encuentran en el mejor momento de su carrera, hay un déficil muy grande que ya he tratado en otros artículos.
Las enfermeras huyeron hace años sin dejar rastro, pero es un colectivo que ha hecho operación retorno. Más que nada, porque debemos reconocer que en España somos un poquito ñoños con el tema de estar en casa, nos parece que Huelva está muy lejos de Madrid, así que no hablemos de Londres. Quizás en otros países con culturas más sensatas piensen que un par de horas en avión es estar aquí al lado.
El resto de profesionales prácticamente no tienen fuga, sus perfiles están valorados en condición similar. Pero entonces, ¿a qué hago referencia?
El sistema sanitario público pasa por su peor momento. La escasez de personal no facilita las planillas de trabajo, generando condiciones laborales un tanto cogidas con pinzas. Y si lo público no termina de encontrar un acomodo, lo privado precisa mejorar.
Así podemos encontrar en el sector privado empleos mejor remunerados y con derechos laborales iguales y hasta mejores.
En los últimos meses la fuga del talento se ha invertido, generando importación en el sector privado que está dispuesto a arriesgar un poco del beneficio en favor de mantener una plantilla estable. Y esto afecta tanto a médicos como enfermeras, que encuentran un acomodo en un lugar con menor carga, salario similar y mismas vacaciones. Algunos, ven reforzada su decisión con formación a cuenta de la empresa y de calidad.
La locura de la situación está generando una rotación tan alta que afecta gravemente a los usuarios, quienes no pueden comprender la inestabilidad laboral en tiempos de demanda. Pero es ahí cuando se luchan los derechos, porque, a río revuelto, ganancia de pescadores. Pero esta vez el pececito no es el empleado sino el empleador.