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Recetas para educar

Por Juan Carlos López

Padres separados ¿hijos desesperados?


¿Qué pasa generalmente con un niño que tiene sus padres separados?

 

Cuando se produce la separación, los niños experimentan una especie de duelo, por la pérdida de la vida con los padres juntos y el rompimiento de la estabilidad familiar. La primera reacción de los hijos es el desconcierto.

 

En la primera etapa de la separación los niños pueden sufrir trastornos de sueño, sentir miedo al abandono de ambos padres, estar irritables, o tener conductas regresivas, como hacerse pis, no jugar, rabietas, pesadillas. Asimismo pueden mostrarse más retraídos o agresivos. El llanto puede ser frecuente, esto les tranquiliza y se hace necesario acompañarles y favorecer la expresión del dolor que sienten.

 

Poco después, los pequeños suelen negarse a admitir lo que ya es un hecho: insisten en la reconciliación de los padres o protestan cada día porque no pueden ven al progenitor que se ha ido de casa. Hasta que no aceptan que esto no va a ser posible, se muestran tristes e infelices. Se sienten abandonados, cuando su madre o padre sale. Pueden experimentar sentimiento de culpa por pensar que pudieron ser los responsables de la separación. Otros pueden encerrarse en sí mismo como mecanismo de defensa. O mostrar rebeldía y descenso en el rendimiento escolar.

 

Entre los 3 y los 7 años. Pueden llegar a idealizar al padre ausente y fantasear con la nueva reconciliación de la pareja. Pueden surgir fantasías de que van a ser reemplazados por otros hijos, más aún en el caso que exista un tercero.

 

Entre los 8 y los 10 años aumentan los sentimientos de culpa por el rompimiento de la familia, una disminución de la autoestima y sentimientos más claros de depresión, unidos a un sentimiento de abandono o pérdida de amor, sus conflictos pueden expresarse volviéndose callejeros, o bien tornándose hiperresponsables, intensa ira contra uno de sus padres, deterioro de la relación con sus compañeros.

 

En la adolescencia surgen sentimientos depresivos, absentismo escolar. Todo dependerá de cómo sea el niño y como actuemos los adultos.

 

Si sus  padres son criticados, los modelos de estos no le sirven, tampoco el de quienes los critican.


¿Qué pasa si las visitas no son regulares?

 

Cada vez que el papá -o la mamá- dice que viene y no lo hace, o bien llega mucho más tarde de la hora que estipuló, los niños vuelven a vivir el abandono que sintieron cuando supieron que los padres se separaban. Ello les causa mucha angustia y miedo a quedarse solos.

 

Algunos se acuerdan del otro progenitor, cuando el que está con ellos les regaña; y desean tanto estar con el otro, que incluso pueden llegar idealizar más al otro progenitor, al ausente, pues sólo recuerda los buenos ratos pasados con éste.

 

Errores que se suelen cometer.

 

- Engañar al niño.

 

- Criticarse mutuamente frente al hijo. La gente que se critica genera odio, venganza, revancha y falta de respeto.

 

- Poner al hijo de parte de uno o de otro, intentando que rechace a uno de los progenitores.

 

- Caer en la sobreprotección del hijo.

 

- Llenarles de cosas materiales para tratar de llenar espacios de afecto.

 

- Fomentar la fantasía de reconciliación que pueden tener los hijos.

 

Qué hacer. ¿Cómo enfrentar la separación de los padres?

 

En principio es importante mantener una actitud abierta y clara, explicar sinceramente (sin detalles dolorosos) lo que está pasando y el porqué, sin culpar a nadie y mucho menos a los hijos, dejar claro que no se han separado por culpa del hijo; estimular a que pregunte y contestarle con sinceridad. (Es importante permitir a los niños manifestar sus sentimientos de rabia y frustración, acogerlos y no enjuiciarlos) utilizar un lenguaje que los niños puedan comprender. Si es posible, consensuar entre los padres cómo y cuando lo van a comunicar y,  hacerlo juntos. No presentar ni de lejos el problema según la dialéctica buenos - malos, vencedores - vencidos. Cada uno debe presentar ante los hijos la mejor imagen posible del otro. Evitar que presencie discusiones.

 

Hay que asegurar a los hijos, de palabra y de obra, que sus papás siguen queriéndolos y los querrán siempre, que podrán verse cuando lo deseen. Si la separación es amigable a sus ojos, la tensión generada desaparecerá.

 

Destacarles que al igual que los padres, ellos cuentan con otras personas que también los quieren y se preocupan por ellos, nombrárselos: abuelos, tíos, otros familiares o amigos, vecinos, maestros, etc. Como forma de reasegurarlos en su autoestima.

 

No utilizar al niño como mensajero, ni interrogarlo para explorar qué hace la otra persona, ni amenazarlo por mal comportamiento con llevarlo o dejarlo con el otro progenitor. No someterlo a la difícil situación de escoger con quien quiere quedarse (esto genera angustia). Si existe una nueva pareja, darle tiempo para adaptarse y que sea él quien decida como llamarla. La nueva pareja debería tomar el papel de amigo o amiga sin asumir otras responsabilidades ni aplicar normas disciplinarias que corresponden a los padres biológicos.

 

¿Cómo fortalecer el vínculo con aquel o con el que no se vive?

 

Es saludable que el niño conozca cómo es la vida diaria de su papá o mamá (es decir, de aquél que no vive con él), por ejemplo, que sepa sobre su trabajo, que conozca el lugar donde vive, con quién vive, etc. esto le disminuirá el nivel de ansiedad.

 

Lo más recomendable es el contacto frecuente, al menos conversaciones por teléfono, para que así la visita de fin de semana no sea algo extraordinario. Las cartas, los e-mails, que pueden ser herramientas facilitadoras de la comunicación con los/as hijos.

 

Respecto el colegio, es aconsejable que compartan todo lo relacionado con él: llévelo alguna vez, converse con los maestros, participe de las reuniones de padres, actividades especiales; mírele los cuadernos. Informe a los maestros de la situación que está viviendo. Se aconseja no cambiarlos de escuela o de residencia hasta poder procesar la separación.

 

Conserve buenas relaciones con las familias de origen de ambos (abuelos, por ejemplo). Recuerde que ésta es una relación de apoyo para los hijos en este momento.

 

Los puntos más conflictivos de los padres tras la separación suelen ser: los hijos, el dinero y las nuevas relaciones. Trate de ser objetivo/a y no intente poner al hijo/a de su parte. Hay que solucionar estas cuestiones, sin involucrar a los niños.

 

El cónyuge con quien habitualmente no viven los niños ha de evitar el “mal educar”  al niño  mientras permanezca con él, ya que existe una tendencia a aminorar los controles educativos, con el fin quedar bien con los hijos, grajearse su favor, y también para no amargar el escaso tiempo que pueden estar juntos.

 

No olvidemos que la primera flecha que un padre o madre lanza a su cónyuge atraviesa primero el corazón del hijo antes de llegar a su destino. Y que no haces daño a tu esposa  o marido sino a la madre o padre de tu hijo. La pareja jamás dejará de ser padres para sus hijos.